Activistas escalan sede de SEMARNAT en Cancún para denunciar autorizaciones a empresas como CEMEX; advierten que ya se han perdido 10 mil hectáreas de selva y se pone en riesgo el mayor acuífero de México.
Por Redacción / @Somoselmedio
Ciudad de México, 10 de julio 2025.- Activistas de Greenpeace México, protestaron el pasado lunes, escalando las instalaciones de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) en Cancún para exigir el cese inmediato de las autorizaciones para explotar sascaberas (bancos de material pétreo) en la Selva Maya, un ecosistema que ya perdió cerca de 10 mil hectáreas por esta actividad y que enfrenta graves riesgos de contaminación de su acuífero.
Desde lo alto del edificio, los ambientalistas desplegaron una manta con el mensaje: “SEMARNAT: ¡No más Calicas en la Selva Maya!”, en referencia al modelo extractivista de Calizas Industriales del Carmen (Calica), filial de la estadounidense Vulcan Materials, cuyas operaciones fueron clausuradas en 2022 tras décadas de devastación en Playa del Carmen. Sin embargo, denunciaron que el mismo esquema se repite ahora con empresas como CEMEX, a la que se le autorizó deforestar y dinamitar 650 hectáreas de selva virgen en los alrededores de Tulum.
Carlos Samayoa, coordinador de la campaña “México al grito de Selva” de Greenpeace México, explicó que las sascaberas son impulsadas por el crecimiento inmobiliario descontrolado vinculado al turismo masivo y por megaproyectos como el Tren Maya. “Este modelo de muerte sigue expandiéndose en la península de Yucatán. Primero fue Calica, ahora es CEMEX, y también hay permisos otorgados a la SEDENA. Parece que en lugar de detener la devastación, solo se ‘nacionalizó’ el problema”, afirmó Samayoa durante la protesta.
Los activistas también descargaron material pétreo frente a la entrada del edificio gubernamental para simbolizar la explotación masiva que SEMARNAT permite.
Greenpeace alertó que CEMEX busca modificar el uso de suelo en terrenos forestales para operar un banco de materiales que, según su propia Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), abastecerá de piedra caliza a proyectos como el Tren Maya, desarrollos inmobiliarios y la industria turística.
Sin embargo, las consecuencias podrían ser devastadoras: afectación a comunidades mayas: la localidad de Francisco Uh May denunció que no es consultada de manera libre, previa e informada, violando sus derechos; destrucción de biodiversidad: la selva alberga especies endémicas y es un corredor biológico clave; Riesgo para el acuífero: la zona propuesta por CEMEX está sobre el sistema de ríos subterráneos más grande de México, vital para el suministro de agua en la península.
Si el proyecto avanza, se sumarían 450 hectáreas más a las casi 10 mil ya perdidas por la extracción de material pétreo en la región, según datos de Cartocrítica. La Selva Maya no solo es hogar de comunidades indígenas y especies únicas, sino que también funciona como un sumidero de carbono clave para mitigar el cambio climático. Su destrucción acelerada amenaza con: aumentar las emisiones de CO₂ por la pérdida de vegetación, reducir la recarga del acuífero, agravando la crisis hídrica y fragmentar ecosistemas, poniendo en riesgo a especies como el jaguar.
Aunque la dependencia reconoció los graves impactos ambientales del Tren Maya, Greenpeace exige que se implemente un plan integral para proteger la Selva Maya y su acuífero, considerado la reserva de agua más grande del país.
“No podemos seguir perdiendo la selva a este ritmo alarmante. SEMARNAT debe escuchar y detener esta depredación. No basta con cerrar una empresa si se abren las puertas a otras con el mismo modelo destructivo”, insistió Samayoa.