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Del barro rojo al ombligo de la luna | En memoria del bailarín y coreógrafo Sergio Anselmo “Che Ché”

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Cuando Sergio Anselmo “Che Ché” me contó que de niño fue campeón de ajedrez a nivel regional, inmediatamente lo identifiqué como una de las prácticas mentales que forjó la potencia de su pensamiento coreográfico, el cual me tocó ver de cerca cuando creó para el Centro de Producción de Danza Contemporánea la obra “Habitat, desde el interior”, que tuvo una exitosa temporada en el Centro Cultural del Bosque en su estreno bajo el marco del Encuentro Nacional de Danza en la CDMX. Recuerdo claramente que al final de la función de estreno, importantes programadoras de danza del país me pidieron la carpeta de la obra para programarla en sus festivales, dado que les había encantado. Y entiendo la razón de su emoción, pues el habitat coreográfico y estético creado por Che Ché, en conjunto con la música y la potencia dancística de los bailarines, eran de una frescura escénica que generaba una empatía inmediata con el espectador.

Che Ché también hizo coreografías para una de las compañías más importantes de la danza nacional: Barro Rojo bajo la dirección artística de Laura Rocha y Francisco Illescas, quienes fueron sus mentores y le ofrecieron una plataforma para su crecimiento como bailarín y coreógrafo de 2003 a 2012. Algunas de sus obras creadas para la compañía fueron “Tres de los otros” basada en un texto de Paco Ignacio Taibo II y “Ozomatli”; así como la co-dirección de “Amor, perfume, ausencia… boleros del alma”; las cuales han sido programadas en los más importantes escenarios del país.

En las palabras de despedida de la bailarina Daniela Vázquez, su ex-compañera en el CEPRODAC, se refiere a Che Ché el bailarín, como “un rey Midas que convertía en oro cada idea o movimiento que tocaba”; y justo así es como lo recuerdo, improvisando escenas que parecian resultado de largos procesos creativos, pues su capacidad de transformar las ideas en metáforas de movimiento era notable y estremecedora. De hecho, en una publicación de Alida Piñón titulada “Las figuras de la danza contemporánea en México” lo nombran como uno de “los ejecutantes más destacados de este género que hoy brillan en los escenarios del país”, por su sólido trabajo como bailarín de Barro Rojo. Y fue de de 2012 a 2014, que lo vimos florecer como intérprete en su paso por la reconocida compañía A Poc A Poc de Jaime Camarena, quien le ayudó a expandir los límites de sus capacidades interpretativas, actuando en obras como “Macbeth, Ciudad insomnio”, “Antes del rojo. Noche de hormigas moras” y “Cartografía Especializada”, entre otras.

Posteriormente, los 6 años que vivió como bailarín del CEPRODAC, forjaron la madurez y plenitud escénica del Che Ché que ya comenzamos a extrañar. Obras como “Jauría” del Colombiano Vladimir Rodríguez, “Macbeth” de Magdalena Brezzo, “Héroes” de Lidia Romero, “Groovething” del Vietnamita Dam Van Huynh, dieron fe de su poderosa presencia escénica y su brillantez dancística; pero fueron las obras “Seducción” del Francés Hamid El Kabouss y “OMPHALOS” del Belga Damien Jalet, quienes lo llevaron a realizar su última gira internacional por Francia y Alemania, en las que daría sin saberlo, sus últimos pasos de baile sobre un escenario. Hoy, podríamos decir que las ovaciones de pie que recibió junto a sus compañeros de escena, fueron un bello presagio y aplauso de despedida, así como telón de fondo de su siguiente danza con la eternidad.

Che Ché no sólo fue un gran coreógrafo y bailarín, sino también un gran maestro de danza contemporánea, teniendo como su sede de acción académica, la reconocida academia Dance Fit | Impulsando el talento de México, en la cual desarrolló su método padagógico, forjando una larga lista de jóvenes alumnos, fieles y constantes, muchos de los cuales han sido galardonados en importantes concursos de danza, tanto nacionales como internacionales. Todo esto en complicidad con su colega y amiga la empresaria y maestra Sandra Arcos. Un bello y generoso proyecto dedicado a la formación de alto rendimiento para jóvenes bailarines mexicanos, que merece nuestro apoyo por su importancia, pero también como una forma de sostener la memoria de nuestro querido amigo y colega.

Finalmente, cierro este breve repaso de su vida en la escena con unas palabras que escribí, instantes después de enterarme de su partida:

Cientos de escenarios y salones extrañarán tu presencia,
siempre dispuesta a transformar lo cotidiano en poesía,
haciendo de la danza tu generador de empatías,
entregando tu vida en cada paso y sin apariencias.

Cientos de alumnos recordarán tu esfuerzo,
por llevar la danza más allá de lo posible,
y con todo el cariño te nombrarán culpable
de que su amor por bailar sea tan inmenso.

Cientos de colegas mencionaremos tu nombre,
cada vez que hablemos de nuestra corta historia,
pues tu talento y generosidad forjaron memoria,
de incomparable artista y amoroso hombre.

De barro rojo forjaremos la escultura que mereces
y poco a poco narraremos la fortuna
de haber bailado juntos en el ombligo de la luna,
en México y el mundo diescinueve veces.

Miles de espectadores romperán en llanto sin saber
que la tristeza se debe a tu partida
y un telón eterno de despedida,
sobre tu cuerpo bailando habrá de caer.

Que comience pues tu danza espiritual y llena de fé,
rumbo al escenario infinito,
baila siempre, baila bonito,
mi querido Sergio Anselmo y bien amado Che Ché.

Eleno Guzmán Gutiérrez
Guadalajara, Jalisco
14 de junio de 2020

 

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