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Dolor y gloria, la última película de Almodóvar

Juan Carlos Hernández Rosete

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Ciudad de México, 21 de julio

Dolor y gloria, la última película de Almodóvar

Realizada por la productora el Deseo, con música de Alberto Iglesias y las actuaciones de Antonio Banderas, Asier Etxeandia, Penélope Cruz, Leonardo Sbaraglia, Julieta Serrano y Cecilia Roth.

Dolor y gloria es una película autobiográfica que deja ver que Almodóvar no estuvo en la comodidad plena en los últimos años disfrutando a raíz de su exitosa carrera como director. No, por el contrario, en la película se muestra que ha estado un tanto alejado de los reflectores, cansado y abatido por el dolor y la enfermedad. En otros films como es la Piel que habito, Almodóvar había tenido una aproximación al tema de la enfermedad de una manera que hace recordar la reflexión de Susan Sontag en su texto La Enfermedad y sus Metáforas… ‘la enfermedad sensibiliza al sujeto, lo hace introspectivo, repasar su existencia y sus recuerdos’.

En la película Almodóvar es representado por el director de cine Salvador Mallo,  bien interpretado por Antonio Banderas -aunque algo atlético para el personaje- quien se muestra cansado y abatido por el dolor consecuencia de un conjunto de padecimientos. ‘Cuando siento varios dolores soy creyente y rezo, cuando siento un solo dolor, soy ateo’, dice Salvador Mallo.

En el filme se muestran los recuerdos de infancia de Almodóvar a lado de su madre –interpretada por Penélope Cruz– en el pueblo de Paterna en Valencia. Se puede apreciar que era un niño sensible e inteligente de modo que le enseña a otros a leer y a escribir; aparece incluso la figura del padre que se ve los acompañó durante un tiempo, y se muestra una tensión entre el pequeño y la mamá cuando aquella decide incorporarlo al Seminario, ‘porque para los pobres es la única opción para que los niños tengan escuela’, le decía la mamá al niño para justificarse.

La experiencia del dolor le lleva al protagonista Salvador Mallo al reencuentro con sus recuerdos, pero también con personas que no ha visto en décadas como el actor de su primera película Alberto Crespo, interpretado por Asier Etxeandia. En ese encuentro dejan de lado los resentimientos, ‘los chismes de cómo las personas envejecen’, le dice Salvador a Alberto, e intercambian –además de drogas– objetos valiosos como un texto muy personal sobre la historia de un amor entrañable de Almodóvar por allá a inicios de la Movida madrileña a principios de los años ochenta.

Como en todo el cine de Almodóvar la música es central así como el mobiliario colorido y de diseño que destaca también en la película, ya no de la manera saturada como en los primeros filmes, sino en equilibro como se puede apreciar en el formidable piso en el que habita Antonio Mallo en Madrid. Las imágenes de los recuerdos de la infancia de Almodóvar junto a su madre y con el padre medio ausente en los años 60 le aporta mucho al film.

La película que pone en la mesa un conjunto de temas vitales como el dolor y la enfermedad como impedimento para el trabajo, muestra un Almodóvar maduro y sereno que encara lo que es a través de sus recuerdos y la reconciliación con aquellos con los que no terminó bien. Solida propuesta cinematográfica muy recomendable para todos, y para los que nos hemos acompañado con su cine desde la juventud.

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