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(Crónica) El viaje del profesor Ulises para vacunarse con el refuerzo (Moderna) contra Covid-19

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Enrique G. Gallegos

11.24 pm del 13 de enero 202: El profesor Ulises termina de ver en diferido la negociación salarial y contractual entre las autoridades de la UAM y SITUAM,  y recuerda que hay que ir a pincharse (con el refuerzo de “Moderna”) contra el bicho que tiene al mundo de cabeza, (mientras se prepara para dormir piensa decepcionado y molesto: las autoridades de la UAM siempre contestan lo mismo, las mismas argucias legales para mantener la precarización del trabajo temporal docente, a toda propuesta contestan que no; no tienen interés en mejorar las condiciones salariales de las y los trabajadores).

1:00 am: Ulises mira el reloj. Sabe que debe dormir y no puede. Dicen que hay que contar ovejas o cabras voladoras, whatever, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 9, 10, 11…

07:00 am: Suena el despertador. Típico: 10 minutitos más

07:20 am: Se levanta de la cama, toma un café doble expreso. La cafeína fluye por su cuerpo. Por fin despierta. Se ducha. Muerde una manzana y un plátano, remedo de desayuno. Sale de su casa. Metro. Transbordo. Metro. Salida del metro. Calle. Camina 8 minutos.

09:15 am: Llega al Centro de Vacunación: calle Francisco Munguía 16, Condesa (Universidad La Salle). Observa una larga fila que da vuelta en la esquina. ¿Aquí es la fila para entrar a vacunarme? —“Sí, ¿me muestra su formato? mmm… debe llenar todos los espacios”. Ulises le pide al funcionario prestada su pluma (lleva una de color rojo), el funcionario contesta: “allá enfrente puede comprar una (señala a una papelería que está cruzando la calle). Ulises, “rico en ardides”, piensa dentro de sí: “¿porqué no simplemente me la presta?… pero luego recuerda la veces que él ha prestado plumas y no han regresado… sí, no es buena idea que la preste).

09:25 am: Entra a la papelería. Paga 9 pesos por la pluma, que en los anuncios se promociona como “no sabe fallar”. Llena todos los campos que le faltan. Escribe el nombre del refuerzo: “Moderna”.  Ya dentro le proporcionan el número del lote y el nombre de la enfermera, que también debe escribir en el formato: Lote: 0022F21A. Nombre: Erika López.

09:30 am: Se forma en la fila para ingresar. Le revisan los documentos: certificado de vacunación y formato lleno. Más o menos tantea que hay en la fila un centenar de personas. La fila fluye rápido. Pasamos los filtros sanitarios. Ulises entra.

09:42 am: Dentro hacen cuadrillas de 14 personas. Hay aproximadamente 15 mesas en el área de vacunación (que es al aire libre). Eso da aproximadamente 210 personas que pueden ser vacunadas de forma casi sincrónica. La enfermera explica los pormenores, los posibles efectos, las indicaciones, hay que descubrirse el brazo, etc.. Ahora no hay sillas para sentarse. Se inyecta a las personas de pie. Ulises ve la aguja y siente el pinchazo, mientras recuerda que en su infancia una vez creyó ver crecer la aguja hasta casi dos metros. También imagina cómo la sustancia recorre su brazo, se extiende por el pechos, la manos, tórax, y comienza a armarse para defenderlo, tal y como él, Ulises, “rico en ardides”, armó a sus guerreros para defenderlos del monstruoso ciclópeo Polifemo. Bueno, no es para tanto.

09:52 am. Al terminar de vacunar a la cuadrilla de 14 personas, deben entregar la papeleta y retirarse. Ya no hay un momento para el descanso después de la inyección (como la vez pasada).

09:55 am: Sale del centro de vacunación. Fue un proceso rápido, eficiente, sin imprevisto. Camina al metro. Entra. Transborda. El profesor Ulises llega a Ítaca. Penélope le pregunta si le dolió el pinchazo. Ulises, “rico en ardides”, debe mostrarse valeroso. Mientras recuerda la enorme aguja que imagino en su infancia, responde con firmeza: Ni la sentí.

 

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