Raúl Esquivel “Rock and Rul” presentó sus libros Rockdrigo y El día que el barrio murió 1985 septiembre, en un evento donde la lírica del Sacerdote del Rock y la tragedia del sismo se unieron para honrar la memoria y la resistencia popular.
Por Edson Ulises / @EdsonDJV
Ciudad de México, 18 de julio de 2025.– En un homenaje cargado de anécdotas, música y memoria colectiva, el escritor Raúl Esquivel, mejor conocido como Rock and Rul, presentó sus obras Rockdrigo y El día que el barrio murió 1985 septiembre. El evento, realizado en el Centro Cultural Xavier Villaurrutia, contó con la participación del músico Fausto Arrellín, quien interpretó canciones del icónico Rodrigo González, conocido como el Sacerdote del Rock, además de compartir recuerdos personales del cantautor.
Esquivel describió Rockdrigo como “una plática respetuosa, indolente y muy rocanrolera” que recorre sitios emblemáticos donde el músico dejó huella, como la Ciudadela, Balderas y el Metro Insurgentes. Arrellín, quien conoció a Rodrigo en vida, recordó: “Trabajaba aquí cerca, donde estaba el extinto Cine Insurgentes. Tocó ahí con Javier Bátiz; fueron sus primeros pininos”.
El libro entrelaza memorias del autor con fragmentos de letras del músico, generando una narrativa íntima y literaria. Durante la lectura, Esquivel compartió un pasaje evocador:
“Checando detenidamente todo, prendí otro tabaco cuando escuché mi nombre: ‘Ese Rul’. Me asomé a la ventana, a mis adentros, y solo vi viejos cuentos y una manera insólita de sobrevivir, pero no había nadie”, en alusión a la canción Balada del asalariado, incluida en Hurbanistorias, el primer disco de Rockdrigo.
El escritor también relató cómo el músico influyó en su vida desde la cercanía barrial, sin que en un principio lo supiera. “Viví a seis cuadras de su casa en la colonia Juárez. Mi abuela vendía tamales, y un chavo con lentes de aviador y una lira compraba ahí. Era Rodrigo, pero yo no lo sabía. Más tarde, descubrí su música con Hurbanistorias, sus ‘¿por qué no me las prestas?’ y después su poesía con Distante Instante”.
Para Esquivel, Rockdrigo fue “el eslabón perdido entre el rock ñero y el intelectual”.
“Unió la chamarra negra y la greña con letras académicas. Era un cabrón que tenía una lírica estilizada. Ya no era solo el brinquito de Lora, él elevó la lírica”, afirmó. Por ello, hizo un llamado a redescubrir su obra: “Hice este libro para que lo recuerden como era: sarcástico, cábula, cabrón”.
En ese tono, Fausto Arrellín compartió una anécdota sobre la versión modificada de Metro Balderas, canción de Rodrigo reinterpretada por Alejandro Lora:
“Rodrigo empezó a hablar muy mal de la versión de Lora, pero en tono sarcástico. Entonces yo le dije: ‘A ver si se lo dices en la cara, porque está detrás de ti’”. Para rememorar el momento, Arrellín interpretó el tema frente al público.
La segunda obra presentada, El día que el barrio murió 1985 septiembre, aunque con una temática distinta, converge con la historia de Rockdrigo, quien falleció durante el terremoto del 19 de septiembre. El libro rinde homenaje a las víctimas y lanza una crítica a la desigualdad evidenciada por la tragedia.
“Los billetes y los lujos no salvaron vidas. Muchos solo rescataron cosas, mientras el gobierno y saqueadores actuaban”, denunció Esquivel, sobreviviente del sismo.
“Ese día, el barrio dejó de ser el barrio. Los vecinos que vendían tamales, los cholos que cuidaban sus esquinas, las señoras que barrían las banquetas… todo desapareció bajo el concreto. Y entre ellos, Rockdrigo, que se fue sin saber que se convertiría en leyenda”.
Con testimonios “crudos” sobre lo vivido en las colonias Juárez, Roma y Doctores, el autor cerró con una reflexión: “Como sobreviviente tengo la obligación moral, humana y sentimental de recordar y homenajear de una u otra forma a toda esa banda que murió y con quienes coincidí en mi adolescencia”.
La presentación concluyó con más canciones interpretadas por Arrellín, sellando un homenaje a la contracultura, la memoria barrial y la resistencia que aún vibra en cada acorde.