Home Columna Sheinbaum y Morena: entre pulsiones de muerte y pulsiones de vida (CNTE,...

Sheinbaum y Morena: entre pulsiones de muerte y pulsiones de vida (CNTE, 40 horas, etc.)

Enrique G. Gallegos*

Desde hace algún tiempo —quizá intensificado por la pandemia— la pulsión de muerte recorre el país. Sus alas de destrucción se despliegan en nuestro futuro. No me refiero a la destrucción que significó para las mayorías y la clase trabajadora los más de 40 años de neoliberalismo.

No es sólo la terrible estela de muertos, fosas clandestinas y desaparecidos. No es sólo que el capitalismo sea vampiresco y, como dijera el clásico, el trabajo muerto se alimente del vivo. Es una pulsión que nada tiene que ver con la muerte de los antiguos que posibilitaba la armonía del mundo terrenal y el ultraterrenal y potenciaba la concordia de las ausencias con la presencia.

Es una pulsión de muerte que está abriendo un novedoso espacio del que sólo podrá surgir (en un futuro no muy lejano) el personero de la destrucción, el odio y el resentimiento como ha sucedido a lo largo de la historia reciente. La Argentina de Milei, los Estados Unidos de Trump, El Salvador de Bukele, el Brasil de Bolsonaro; en sus formas extremas puede incluso procrear bestias como Hitler, Mussolini y Franco. Sobre todo con la Argentina de Milei por el pasaje del peronismo al libertarismo y su paralelo con el morenismo. Ese futuro preocupa y por eso hay que deponerlo mediante su nombramiento. Nombrarlo para que no suceda (aunque lo idóneo es trabajarlo desde la praxis).

El espacio de pulsión de muerte y destrucción que ha sido abierto por la derecha y al que parecen entrar por igual cierta izquierda y un segmento dominante de Morena. Es como si hubieran sido cautivados por la destrucción. La pulsión de muerte los mira fijamente a los ojos y como el canto de las sirenas en La Odisea, los inocula de rencor, resentimiento, desprecio, pasión, frustración, encono, ira…

Para la derecha (incluido cierto liberalismo y su versión neoliberal) el gobierno de AMLO y la continuidad de Claudia Sheinbaum deben ser detenidos a como dé lugar. Para la derecha, el país se encuentra camino a la catástrofe, la democracia está en vías de tornarse tiranía, el poder judicial se pervirtió por el voto popular, las becas para los jóvenes y las pensiones para los adultos mayores amenaza con crear una cohorte de holgazanes y vividores del presupuesto. Frente a ese escenario, la derecha invoca las pulsiones de destrucción para que le pongan un alto a Claudia Sheinbaum. Y todo es válido. Cualquier propuesta de la Presidente es descalificada. Las respuestas de la derecha se nutren del odio, el resentimiento, el fanatismo liberal y las frustraciones. No tienen argumentos porque el que vocifera es su Ello liberado en las calles de cualquier atadura moral, ética o política. Su Ello es el reservorio del resentimiento, encono y frustración que se recarga en la figura de Claudia Sheinbaum.

Como no tienen un proyecto de país que no sea la destrucción, lo suplen con una aversión patológica hacia Sheinbaum. Es el comportamiento sadomasoquista, que sintetiza el odio al otro en el odio a sí mismo. Ayer fue AMLO; hoy es Sheinbaum quien carga sus energías de repulsión y odio. Un odio y aversión que no admite atenuantes, medias tintas, condicionantes, paliativos, sublimaciones o inhibiciones. Es un pathos enervado que sólo admite una única vía de descarga: la destrucción. Y están dispuestos a pagar cualquier precio con tal de satisfacer su pulsión. Su lógica es Après moi, le déluge [después de mi el diluvio]. La derecha es la máquina sadomasoquista que crea, produce, gestiona y segrega destrucción y pus. LLegado a este puntos se convierte en neofascismo y se goza en la crueldad.

En ese espacio donde se dan cita las fiestas lúgubres de la derecha, un segmento de seguidores y militantes de Morena han decidido participar. Podían no entrar, pero optaron por ingresar y enroscar sus pulsiones a las agresiones de la derecha. Y así también recurren a los insultos, gritos, descalificaciones y pasiones contra aquello que no les regresa su propia imagen. Esta pulsión de destrucción se gesta en las mismas entrañas de Morena y precisamente porque viene de su interior es que su fuerza destructiva es mayor. Una vez desatada esa pulsión, odian con la misma fuerza destructiva que la derecha los odia.

Por eso, a un ritmo rápido cada vez se parecen más en sus impulsos de destrucción a los de la derecha. Su pulsión de muerte es alimentada, intensificada y sostenida por medios propagandísticos afines a Morena (desde youtubers, streamers, influencers y otros tipos de creadores de contenido, hasta medios de comunicación digital, etc.) y que también se parecen, en la lógica de descalificaciones y segregación de animadversión y odio, a algunos medios de comunicación dominantes de la derecha (Reforma, TV Azteca, Latinus, Atypical Te Ve, etc.).

Dentro de este espectro de la pulsión de muerte podríamos poner a los decenas de Adán Augusto López y Ricardo Monreal Ávila que, si bien su regular modus operandi no recurre a las agresiones, a las pasiones exacerbadas y descalificaciones, esperan en la sombra el momento para dar el golpe político y apoderarse de los despojos. Por eso, en otro texto los describí como hienas, mercenarios y chacales de la política (AQUÍ SE PUEDE LEER).

Ciertamente en Morena hay también un sector de izquierda, reflexivo, que quisiera ahondar en las transformaciones populares y que promueven las pulsiones de vida, pero por el momento este segmento tiene poco peso y por la tendencia dominante en ese partido, terminarán asumiendo su derrota si no hacen algo urgentemente.

Pero, extrañamente, cierta izquierda (enfatizo: no toda) también ha entrado en ese espacio pulsional de muerte abierto y promovido por la derecha. Si la izquierda es la viva pulsión de las fuerzas vivas, la defensa de la tierra, el agua, la horizontalidad, las comunidades, los bosques, los pueblos originarios y el trabajo vivo, no se entiende que se haya enganchado a las pulsiones de muerte y ahora éstas no parecen querer soltarla. ¿Tendrá la fuerza para desasirse? Parafraseando al revolucionario del 17, se trataría de un “infantilismo de izquierda” que se regocija en su complejo de Edipo. Ese espacio no es uno creado por la misma izquierda para poner en juego su proyecto, su madurez estratégica y sus recursos políticos, para formar una base política y competir con la izquierda moderada e institucional que representaría el gobierno de Sheinbaum y Morena, sino una decepcionante izquierda que también ha sido carcomida por las descalificaciones, las pasiones, la ausencia e inobjetividad de análisis y las aversiones.

Es una izquierda que ha olvidado hacer análisis objetivo de la realidad política, social y económica y trazar estrategias para competir por la base social del gobierno moderado de Sheinbaum. Una vez que la izquierda se ha sometido a la pulsión de muerte de la derecha, no les queda más que los recursos a la descalificación, el autoengaño, la proyección narcisista y la distorsión. Inesperadamente ha sido fagocitada por el espacio pulsional de la derecha y que no ha sabido oponer sus propias pulsiones de vida y constituir otro proyecto vital de Nación y otro espacio donde las fuerza creativas del pueblo y las clases subalternas se reconozcan y militen. ¿Cuándo podremos tener en México una izquierda radical consistente con sus propias ideas, programas y estrategias, que cultive la vida en todas sus expresiones y combata en todas sus dimensiones el carácter mortífero del capital?

Precisamente porque las pulsiones de muerte introducidas por la derecha, replicadas por los segmentos pasionales de Morena y enganchadas al deseo edípico del infantilismo de izquierda, es que Claudia Sheinbaum debería de buscar y fortalecerse en las pulsiones de vida, donde quiera que estas se manifiesten. ¿Qué son las pulsiones de vida opuestas a las pulsiones de muerte y destrucción en términos políticos? Son las pulsiones que proviene de las comunidades, del respeto a la diversidad de la vida, a la naturaleza, a la tierra, a la integridad de los pueblos, a los pueblos originarios, el respeto a los derechos de los trabajadores, la diversidad de género y la lucha contra la explotación, la precarización, la desigualdad, el racismo, la miseria, el machismo y la privatización de los recursos públicos y comunes; y sobre todo, el combate al capitalismo como principal fuente pulsional de muerte.

Ejemplos de las pulsiones de vida abundan. Tomo sólo dos por su actual urgencia. La huelga impulsada por el CNTE no es sino la manifestaciones de las pulsiones de vida. El impulso que mueve los bloqueos, el cierre de avenidas, la liberación de casetas, las marchas y la suspensión de clases en las escuelas no es la manifestación de la destrucción, como pudiera pensarse a primera vista, sino la voz y la acción que clama por la protección de la vida; específicamente, la exigencia de abrogar de ley de ISSSTE del 2007 para lograr una jubilación digna y solidaria. Una vida dedicada al trabajo no merece un retiro de miseria, como lo prevé la ley del ISSSTE.

Para comprender cómo la huelga de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) promueve las pulsiones de vida hay que recordar que todas las leyes creadas durante la fase neoliberal son leyes que consagran la pulsión de muerte porque expresaron la flexibilización laboral, la desregulación de la economía, la privatización de los bienes públicos, los privilegios a los empresarios, la destrucción de la solidaridad, todo lo cual tuvo como consecuencia afectar la vida, salud, educación y las condiciones laborales y salariales de los trabajadores y sus familias. Otro ejemplo es la lucha por la reducción de la jornada laboral a 40 horas. Es una lucha por la vida porque implica que los trabajadores puedan disponer de más tiempo para su cuidado, el de su familia, su espaciamiento, salud, descanso y la necesaria reposición de sus fuerzas. Por ello, proponer que sea una reducción paulatina y gradual es jugar con el tiempo, la vida y la salud de la clase trabajadora.

Demandar la abrogación de ley de ISSSTE y la reducción de la jornada laboral no es sino luchar para que las pulsiones de muerte del neoliberalismo retrocedan y en su lugar se instale la vida, la protección, la dignidad, el cuidado y seguridad de las y los trabajadores.

Sin embargo, en ambos casos la Presidenta parece optar por caminos contrarios a las pulsiones de la vida. En el caso de la ley de ISSSTE, se ha negado a su abrogación bajo el argumento de que no hay presupuesto (cuando pueden implementar una reforma fiscal que fije mayores impuestos a los más ricos); en el caso de la reducción de la jornada laboral a 40 horas, su compromiso es una reforma gradual y paulatina hasta el 2030; pero es una gradualidad que podría tener un sabor agridulce para la clase trabajadora porque se pasa por encima de su tiempo, vida y salud. Teniendo las condiciones políticas (mayorías en cámaras), la legitimidad de los casi 36 millones de votantes en las urnas y su propia trayectoria en la izquierda moderada, opta por caminar muy lento y formarse con las fuerzas que trabajan contra la vida.

Porque no es suficiente que cumpla con el programa comprometido de sus 100 puntos y el supuesto segundo piso; debe dar varios pasos más allá. Parafraseando a Álvaro García Linera en una entrevista con Tamara Ospina Posse (AQUÍ SE PUEDE LEER), lo que sucede con la izquierda tibia de Sheinbaum es que se está “atemperando y neoliberalizando” y es muy probable que en unos años ante las olas de decepción “la gente gire drásticamente sus preferencias políticas hacia salidas de extrema derecha que ofrecen una salida (ilusoria) al gran malestar colectivo.” Para evitarlo, las izquierdas y Sheinbaum “tienen que ser radicales en sus reformas sobre la propiedad, los impuestos, la justicia social, la distribución de la riqueza, la recuperación de los recursos comunes en favor de la sociedad.” Si bien no se le pueden pedir peras al olmo y que Sheinbaum sea anticapitalista (nunca lo ha sido ni ha dicho quo lo sea), como mínimo en el corto plazo debe honrar su palabra y abrogar de ley de ISSTTE y reducir de la jornada laboral sin gradualidad.

Por ello, la Presidenta se equivoca. Pudiendo ser fiel a su trayectoria de izquierda (así sea moderada) y radicalizarse, se tira al centro; pudiendo abrevar de las pulsiones de la vida que vienen de abajo y las clases subalternas, alimenta indirectamente las pulsiones de muerte que se ciñen sobre nuestro horizonte y abona a la descomposición que existe en la esfera pública y su alineamiento al capital. Ojala y no sea demasiado tarde para que la Presidenta rectifique y se ponga del lado de las pulsiones de vida que vienen de abajo. ¿O esperará a que se repita la tragedia pulsional de muerte para que surja un personaje como Milei que subrogue los afanes de destrucción que ya parecen sigilosamente recorrer el país?

*Profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana-C

NO COMMENTS

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here

Salir de la versión móvil