Durante el Encuentro de Resistencias y Rebeldías en territorio zapatista, más de mil personas de 37 países se reunieron en el Caracol de Morelia, Chiapas, para compartir experiencias de lucha y observar el simbolismo de una nueva etapa en la autonomía zapatista: la caída de la pirámide de gobierno.

Por Redacción / @Somoselmedio

Fotografías de Diego García / uprez_bj (IG)

Caracol de Morelia, Chiapas, 6 de agosto de 2025.- En el tercer día del Encuentro de Resistencias y Rebeldías: Algunas Partes del Todo, convocado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), más de mil personas se reunieron para dialogar, compartir y reflexionar sobre las múltiples formas de lucha que, desde diferentes geografías, enfrentan al despojo, la represión y las estructuras autoritarias. Delegaciones de al menos 37 países —incluyendo Grecia, Brasil, Italia, Estados Unidos, Chipre y Uruguay— se sumaron al encuentro.

En uno de los momentos más simbólicos, la juventud zapatista presentó la obra teatral “Los males de la pirámide”, en la que se expuso de manera crítica el funcionamiento de las Juntas de Buen Gobierno y los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ), estructuras organizativas vigentes durante más de dos décadas. La representación concluyó con la demolición colectiva de una pirámide erigida en la explanada del Semillero Comandanta Ramona, un acto que expresó el inicio de una nueva etapa en la organización autónoma.

“El problema es la pirámide”, explicó el Subcomandante Moisés al concluir la obra, haciendo referencia a la verticalidad del poder incluso en estructuras autogestionadas. “La pirámide cayó, pero quedó la base. Desde ahí se va a construir algo nuevo”, dijo ante la multitud que celebró el acto con aplausos y consignas.

 

Diálogos desde distintas geografías

Las jornadas estuvieron marcadas por testimonios de luchas locales e internacionales. Los pueblos chichimecas de Jalisco relataron su defensa del territorio frente a diversas formas de despojo. Colectivos del Estado de México compartieron sus experiencias de resistencia en las periferias urbanas a través del arte y la cultura popular. Desde la Ciudad de México, una red feminista cuestionó el papel actual de la universidad y propuso caminos para transformarla desde la autonomía y la colectividad.

En San Pedro Polhó, Chiapas, el trabajo educativo con población tsotsil desplazada dio origen a un libro que replantea el sentido mismo de la educación como proceso liberador. Experiencias similares se compartieron desde otros rincones del mundo: en Atenas, un centro social acompaña a personas migrantes y lucha por derechos políticos; en Brasil, se organizan alrededor de la educación popular; y en Italia, psicólogos y organizaciones solidarias impulsan proyectos de salud mental comunitaria y centros de documentación sobre las luchas zapatistas.

Desde Estados Unidos, colectivos adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona compartieron sus estrategias para resistir dentro del corazón del sistema capitalista. En Chipre, se denunciaron las políticas autoritarias impuestas por el Estado, mientras que en Uruguay, se impulsan acciones por la memoria y contra la impunidad, tejiendo puentes con luchas en México y otros países.

Crítica, arte y construcción de lo nuevo

Además de las mesas de discusión, el arte y la cultura jugaron un papel fundamental. La escenificación de la caída de la pirámide no solo fue una crítica interna, sino también una propuesta simbólica: la horizontalidad como camino. Tras la destrucción del símbolo de poder, las bases de apoyo zapatistas y los asistentes comenzaron a pedacearla, celebrando el fin de una etapa y el inicio de otra aún por definirse.

Los temas abordados en las distintas mesas incluyeron “Destrucción de identidades, pueblos y comunidades” y “Resistencia y rebeldía en el arte y la cultura”. La consigna compartida fue clara: desde abajo y a la izquierda, las resistencias del mundo no solo denuncian, también crean.

En palabras de Moisés: “El camino aún no tiene forma, pero ya lo estamos caminando”. En los próximos días del encuentro, se espera que las obras de teatro, los espacios de diálogo y las acciones colectivas sigan delineando ese nuevo horizonte organizativo que busca superar toda forma de pirámide.

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