El Colectivo Luciérnaga retomó las jornadas de búsqueda en Tlapa, Guerrero, acompañado por autoridades, tras dos años de pausa. Las familias, en su mayoría mujeres na savi, me’pháá y nahuas, recorrieron cerros y barrancas donde se presume hay cuerpos enterrados clandestinamente.
Por Redacción / @Somoselmedio
Tlapa, Guerrero, 29 de julio de 2024.- Después de dos años de pausa, el Colectivo Luciérnaga: una luz en la oscuridad retomó sus jornadas de búsqueda de personas desaparecidas en Tlapa, Guerrero. Según informó el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, las labores se concentraron en zonas donde se presume la existencia de fosas clandestinas, en medio de terrenos agrestes y de difícil acceso.
Desde las ocho de la mañana, mujeres indígenas na savi, me’pháá y nahuas —integrantes del colectivo— se reunieron frente a la Fiscalía Regional para iniciar un recorrido en caravana. Las acompañaron personal de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP), peritos de la Fiscalía General del Estado, elementos de la policía ministerial y estatal, así como integrantes del Ejército y la Guardia Nacional.
Con picos, palas y varillas, las buscadoras avanzaron por barrancas y cerros de la colonia Contlalco, escudriñando escurrimientos de agua, hundimientos y tierra removida. “Las casas quedaban atrás mientras se internaban en la espesura de los árboles de espino, mulatos, nopales y grandes cactus”, describe Tlachinollan en su comunicado. En el camino, encontraron calzado abandonado y señales de rituales en zonas donde se suelen hacer peticiones de lluvia.
Uno de los hallazgos más significativos se produjo en un montículo donde, a más de 500 metros de altura, localizaron una bolsa negra con un celular y flores, “como cuando los curanderos le hablan a los muertos”. También se detectaron hundimientos de más de cinco metros de profundidad, por lo que solicitaron a la CEBP que se utilizara un georadar para identificar posibles restos. Aunque el equipo descartó el lugar como positivo, las familias pidieron mantenerlo en observación ante las sospechas persistentes.
La brigada se trasladó posteriormente a otro punto donde ya se habían encontrado restos humanos: en junio de 2023 se localizaron doce fragmentos óseos y en marzo de 2019, el cuerpo de un joven. En esta ocasión, el georadar marcó una anomalía a 50 centímetros de profundidad. Para verificar, se cavaron agujeros y se introdujo a Flour, una perra policía. Aunque al inicio mostró señales de interés, al escarbar sólo se hallaron restos de cera.
Tlachinollan destacó que es la primera vez que se usa un georadar en la región para buscar personas desaparecidas. No obstante, señaló que su efectividad en estos terrenos irregulares es limitada, ya que la herramienta requiere superficies planas para obtener lecturas precisas.
Paralelamente, la Fiscalía General del Estado trabajó en otro punto marcado por sus investigaciones previas, donde se usó maquinaria pesada.
Desde 2016, Tlachinollan ha documentado más de 60 casos de desaparición forzada en la región y ha participado en búsquedas donde se han localizado al menos ocho cuerpos y 120 restos. “Las buscadoras tienen la esperanza de encontrar a sus esposos, hijos, hijas y madres”, expresó el centro de derechos humanos. Aunque reconocen que la posibilidad de encontrarlos con vida es remota, mantienen su lucha por darles una sepultura digna.
En la Montaña de Guerrero, la búsqueda no se detiene. Son las madres, hermanas y esposas quienes continúan rompiendo el silencio, enfrentando la indiferencia estatal y alumbrando, con dignidad, la oscuridad de la violencia.