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Con pena y sin gloria

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El ser alienado no busca un mundo auténtico. Esto provoca una nostalgia; añora otro país y lamenta haber nacido en el suyo. Tiene vergüenza de su realidad. Vive en el otro país y trata de imitarlo y se cree culto mientras menos nativo es“,

Paulo Freire (Educación y Cambio)

Por Humberto Robles / @H_Robles

El gobierno del estado y el municipio de Chihuahua gastaron más de $35 millones de pesos en el musical “La golondrina y su príncipe” el cual, además de ser un despilfarro ilícito e ilegal, acabó siendo un bodrio.

Resulta que el contrato entre el Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua y la empresa AEFE SA de CV, propiedad de Alberto Espino y de Federico Elías, infringió la ley ya que “el gobierno municipal se comprometió a pagar el 100% del monto del contrato sin haberse terminado la prestación del servicio, lo cual contraviene la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Contratación de Servicios del Estado de Chihuahua”, advirtió el portal Zona Free y asimismo informó que “La construcción de obra pública en el Parque Central El Palomar […] viola la Ley de Obras Públicas del Estado de Chihuahua y puede representar un desvío de recursos del erario.”

Así que el escándalo no ha sido solamente porque se le otorgaron, por adjudicación directa y sin convocatoria alguna, $34.8 millones de pesos del erario a una empresa privada para dar solo 12 míseras funciones, sino que el montaje estuvo empañado por sinnúmero de irregularidades, entre otras, que la pantalla millonaria traída desde Italia ¡no funcionó porque se dañó entre el traslado y el montaje!

Con pena y sin gloria

¿Pero cuáles han sido las críticas sobre las cualidades artísticas de la obra, que los responsables de la misma promocionaron, llenos de soberbia y endofobia, como “de primer mundo” y “una súperproducción nunca antes vista”? “FIASCO, inauguración de “La Golondrina”: entre acarreados y un despliegue mediático”, expresó Antonio Huizar Flores. Por su lado, Carlos Urquidi G. desmenuza la puesta en su nota “Desde la óptica de una crítica teatral, ‘La golondrina y su príncipe’ es una propuesta artística fallida disfrazada de oropel” y sentencia que “falla en casi todos sus aspectos tanto en su libreto como en su montaje.”

En redes, Luis Jasset González Izquierdo escribió que el musical es “Un material muy flaco, desnutrido y a medio cocer”, Carente de estructura dramática real, con una anticuada y pretenciosa partitura y con una producción (musical) inmadura”, ”Trazos escénicos precarios, ni en el teatro escolar se ve tal impreparación”, y aunque celebra el talento del elenco, no encuentra ningún elemento que justifique el dispendio millonario.

Leonardo Maza publicó “Instrucciones para re-colonizar la cultura en Chihuahua” donde, además de hacer gala de fino sarcasmo, subraya que el montaje es un negocio que mercantiliza la cultura, una práctica clásica del neoliberalismo; por eso menciona lo que planteó Héctor Jaramillo en redes sociales: en la cultura chihuahuense ya no existen “autores” sino “proveedores”, ya no existe el “público” sino “usuarios”.

Por más que bombardean los medios los boletines del Ayuntamiento y gobierno estatal sobre el supuesto ‘éxito’ de la millonaria obra de teatro, los ciudadanos lo repudian…” así lo publicó el Ahuizote. Porque además de los casi $35 millones dados a la empresa de Espino, ¡se invirtieron $9 millones más para publicidad! Esto a fin de contrarrestar la campaña de artistas y ciudadanos vigilantes determinados en denunciar las turbiedades en torno a esta representación.

Para colmo, los boletines oficiales y la prensa vendida destacaban “¡Boletos agotados!”, cuando no hay mérito alguno ya que la entrada es libre (que no gratuita, porque es dinero del erario y los contribuyentes ya financiaron la obra). Más lamentable aún es que gente del público difundió fotografías donde se demostró que no hubo llenos totales. Encima de todo, hubo que reagendar funciones por la llegada de las frías temperaturas, como si las autoridades desconocieran el clima en esta temporada. ¡La gobernadora Maru Campos, el presidente municipal Marco Bonilla y sus compinches merecen un galardón a la estupidez supina!

Además, la gobernadora insultó a un grupo de artistas y ciudadanos llamándolos “los malandros que nunca faltan” quienes un día antes del estreno hicieron una toma pacífica en El Palomar para expresar su disentimiento por todas las anomalías que ha habido en este proyecto, como indicó Jaime García Chávez.

Para mayor indignación, el PAN y el PRI rechazaron la propuesta de Morena para que el Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua informara sobre el daño a la pantalla traída desde Italia, dando así “continuidad a la política de hermetismo alrededor de la controversial obra […] sobre los contratos, convenios y dispenso de recursos vía adjudicación directa a dos amigos íntimos de la gobernadora María Eugenia Campos Galván”, señaló Antonio Huizar Flores. El secretismo y la opacidad alrededor de este montaje resultan inauditos y lo más lamentable es que seguramente este caso quedará en la impunidad.

Como si esto no bastara, el artículo “El Broadway que no fuimos” de Mariela Castro fue censurado en los periódicos de Osvaldo Rodríguez Borunda (El Diario) y la nota “Nos faltan 35 millones”, publicada en Somos el Medio, fue denunciada en Facebook y no puede ser difundida en esa red.

Por todo lo anterior, parece que los derechos de autor del musical “primer mundista” no serán adquiridos para presentarse en ningún teatro de Broadway o del West End. Vamos, seguramente ni siquiera los grandes monopolios teatrales mexicanos, igual de malinchistas que Espino, piensen montarla en la Ciudad de México. Así que el público de dichos lugares se quedará sin la posibilidad de presenciar un espectáculo vacío, ostentoso, con música y canciones anodinas, con tecnología que no funciona, donde el mensaje de Oscar Wilde de un príncipe conmovido por su pueblo, se nulifica por el exceso de arrogancia, el mal manejo de los recursos públicos y la corrupción que ha envuelto este despropósito que pasará a la historia con pena y sin ninguna gloria.

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