El III Festival por la Vida y el Agua del Río Sonora conmemoró más de una década de lucha contra la impunidad de Grupo México, tras el peor desastre ambiental en la historia minera del país. El evento visibilizó la persistente contaminación, las afectaciones a la salud y la falta de reparación integral.
Por Mario Marlo / @Mariomarlo
Hermosillo, Sonora, 4 de agosto de 2025.- A once años del derrame de sulfato de cobre acidulado en los ríos Sonora y Bacanuchi, provocado por la mina Buenavista del Cobre, propiedad de Grupo México, comunidades afectadas, activistas y organizaciones se congregaron en el Museo de Arte de Sonora (MUSAS) para celebrar el III Festival por la Vida y el Agua del Río Sonora. El evento, organizado por los Comités de Cuenca Río Sonora (CCRS), PODER y Conexiones Climáticas, fue un llamado a la memoria, la denuncia y la resistencia frente a un desastre cuya huella permanece viva.
Durante la jornada, Fernanda Hopenhaym, codirectora ejecutiva de PODER, recordó que el 6 de agosto de 2014 se cometió “el peor desastre ambiental en la historia de la minería en México”, y enfatizó que la lucha de los CCRS “ha sido emblemática no solo en el país, sino a nivel global”.
A once años, dijo, las comunidades siguen sin agua limpia, enfrentando enfermedades y muertes, mientras “Grupo México sigue operando, ganando miles de millones y sin rendir cuentas”. Hopenhaym subrayó la urgencia de mantener viva la memoria colectiva y de exigir reparación integral, pues “es fundamental que las autoridades de los tres niveles de gobierno cumplan con sus obligaciones y que la empresa no quede impune”.
Claudia Campero, integrante de Conexiones Climáticas, destacó que el festival no solo permite hablar de temas difíciles, sino también construir espacios de vida y encuentro. “Es hermoso vivir un espacio donde podemos hablar de cosas que nos apachurran el corazón, pero también donde hay música, cuentos, juegos e infancia”.
En un pronunciamiento colectivo, las y los representantes de los Comités de Cuenca dejaron claro que el festival no es un festejo, sino una jornada de memoria y exigencia. Recordaron que, hace once años, Grupo México derramó metales pesados en el Río Sonora “sin rendir cuentas, sin reparar los daños y gozando de total impunidad. A la fecha, la justicia no ha tocado las puertas del río y el dolor sigue presente en cada familia, en cada enfermedad, en cada día sin agua limpia.”
Las críticas también se dirigieron a las instituciones del Estado. “La Secretaría de Salud, la Secretaría del Medio Ambiente, la Comisión Nacional del Agua, la Comisión Estatal del Agua, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, el Gobierno Estatal y el Federal: ninguno de ellos está actuando con la urgencia que se necesita”, denunciaron. Aseguraron que diariamente consumen agua contaminada mientras “las mineras tienen permiso de abrir la llave día y noche”, y acusaron a las autoridades de simular avances y prometer soluciones que nunca llegan. “Con solo visitar el río se nota la contaminación; no hay un sistema de salud robusto ni plantas potabilizadoras que garanticen agua limpia”, insistieron.
Durante más de cuatro horas, niñas, niños, jóvenes y adultos participaron en talleres de cómic, obras de títeres, presentaciones musicales y charlas sobre justicia ambiental, derechos humanos y defensa del territorio. Las actividades estuvieron acompañadas de espacios informativos y comunitarios, donde organizaciones locales y nacionales compartieron sus luchas.
El programa incluyó el taller “¿Cómo hablar balleno?” con Manchón Monero, la obra de teatro “¿Quién se robó la lluvia?” del colectivo Barrio Mapache, y el taller “¿Ballenas o gas?” impartido por Conexiones Climáticas. También se presentó la exposición fotográfica de Robinson y se reveló un mural en honor a Roberto Bustamante, Marta Patricia Belarde y Ramón Miranda, personas clave en la lucha por el Río Sonora que fallecieron en los últimos años.
La música estuvo a cargo de artistas comprometidos con la defensa del territorio. Renée Goust, Los Chilos de Bacanuchi, Kontrapatria y Son de Acá llenaron de ritmo y fuerza la explanada del MUSAS, haciendo vibrar al público con sonidos que, más allá del entretenimiento, reafirmaron la urgencia de actuar colectivamente frente al ecocidio.
Durante el pronunciamiento, una integrante de los CCRS señaló que “todos los días hay que preguntarnos por qué la gente enferma tanto y por qué nos despedimos cada día de un ser querido”. Añadió que las pruebas de la contaminación están documentadas por autoridades federales y, sin embargo, “siguen pidiendo más tiempo, más paciencia, como si nuestras vidas pudieran esperar”. Acusó que “las instituciones que deberían protegernos nos han abandonado una tras otra sin excepción” y que, aunque algunos jueces han emitido fallos favorables, las resoluciones no se cumplen.
Entre las denuncias se remarcó que mientras las comunidades esperan atención médica especializada, plantas potabilizadoras y justicia, los recursos sí aparecen para obras de infraestructura que benefician a las mismas empresas responsables del daño. “Estamos en retroceso porque no hay justicia, porque no hay agua y porque se la quieren llevar”, afirmaron. “Nos toca a las familias proteger al Río Sonora, porque si no lo protegemos, la industria lo va a destruir a cambio de dinero para sus bolsillos”.
El festival también fue un recordatorio de que la lucha no se agota en la denuncia. Hubo espacio para la creación, la pedagogía ambiental y el juego. Niñas y niños participaron en actividades lúdicas que recuperan la historia del río y su defensa, como el cuento El río que cuidaba su alma, que fue presentado en formato de cuentacuentos.
A lo largo del día, decenas de personas recorrieron los stands de organizaciones como Caminantes del Desierto, La Tierra del Jaguar, Sky Island Alliance, Wildlands Network, la Fundación Rosa Luxemburgo y el Observatorio Socioambiental del Río Sonora, quienes reafirmaron su compromiso con la defensa del agua, el medio ambiente y los derechos de los pueblos.
La jornada concluyó con el mensaje: “La memoria es un acto de resistencia y la justicia no puede seguir postergándose. No a la simulación, no a las presas, no a la negligencia, no al abandono, no al retroceso. Sí a la reparación integral, sí a la justicia ambiental, sí a la vida digna en los territorios”.