La doble violencia que enfrentan las mujeres lesbianas en la Ciudad de México

El uso de la violencia sexista afecta a las mujeres en todos los ámbitos de sus vidas, dificultando su desarrollo. En el caso de las mujeres lesbianas, a menudo se enfrentan a una doble violencia: el sexismo y la lesbofobia. 

Texto por Miranda Chavarria y Lucia Rosillo

Fotografias por Miranda Chavarria / @mirandachavarria

Nisa López es una estudiante de veintisiete años que se identifica como una mujer lesbiana. Su familia y círculo cercano supo sobre su orientación sexual desde muy temprana edad, “desde la secundaria me gustaban las niñas, pero fue algo superchistoso porque yo fui súper noviera con niños, pero no sé, tal vez fue para disimular eso (su lesbiandad)”. En la secundaria Nisa tuvo su primera novia y fue entonces cuando pudo decir abiertamente que le gustaban las mujeres, aunque evitaba etiquetarse como lesbiana porque consideraba que era una palabra “muy fuerte”.

A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales el 17 de mayo de 1990, los estigmas contra la comunidad LGBTQ+ aún persisten. Por esta razón, desde 2005, se conmemora el 17 de mayo como el día de acción global contra la homofobia, lesbofobia, bifobia y transfobia, con el objetivo de fortalecer y promover un ambiente de respeto, así como crear conciencia y erradicar la violencia hacia esta parte de la población.

Asimismo, la discriminación que experimentan las mujeres atraídas erótica y afectivamente por otras mujeres puede conducir a la exclusión familiar y social, a dificultades en el ámbito escolar y laboral, así como dificultades para establecerse en pareja.

La cultura patriarcal ha enseñado que las mujeres deben ajustarse a los roles de género tradicionales, basados en relaciones heterosexuales, lo que da como resultado la invisibilización de las relaciones afectivo-sexuales entre mujeres, además de la desaprobación de prácticas culturales que no siguen la heteronorma definida como “el reconocimiento único de dos sexos definidos que se vinculan en función de la procreación”, según explica la Dra. Silvia Di Segni – psiquiatra, docente e investigadora argentina- en su artículo Sexología, géneros y heteronormatividad.

Nisa, cree que muchas lesbianas empiezan diciendo que son bisexuales, “pero por miedo a la palabra, porque en realidad no están involucradas en algunas cosas y muchas veces se denominaba como gay u homosexual, pero en realidad todos esos términos son para ellos (los hombres homosexuales)”.

Marcha Lencha

Asi mismo, Amanda, otra de las entrevistadas, coincide con Nisa, y afirma que “la palabra lesbiana está más mal vista que la palabra gay” y, además, esos términos son más utilizados por ellos (los hombres). Y remata con la idea de que en ocasiones se trata de demeritar a las mujeres lesbianas llamándolas ‘lenchas’ o ‘machorras’”.

La violencia contra la comunidad LGBTIQ+ mata. Para visibilizar estos horribles actos de discriminación, la Organización Civil Letra S ha hecho un registro de crímenes de odio que va desde el 2015 hasta el 2022, en el cual se reflejan los homicidios de personas LGBT+ en México: 

De acuerdo con el Sistema Nacional de Información sobre Discriminación (SINDIS), las personas de la comunidad LGBTIQA+, son sujetos de prejuicios con asentamiento en la sociedad en las instituciones, así mismo, mencionan que, en la ENANDIS 2017, un tercio de la población, no estaría dispuesta a rentar una habitación a una persona trans (36%) ni a personas lesbianas (32%), además, a cuatro de diez personas no les gustaría que una persona lesbiana o gay fuese electa para la Presidencia de la República Mexicana, según el CONAPRED 2018

EL MATRIMONIO IGUALITARIO

En 2010, la Ciudad de México se convirtió en la primera entidad del país en legislar el matrimonio igualitario. La Asamblea legislativa de la Ciudad de México declaró que negar el derecho a casarse basándose en el sexo de las parejas viola los derechos a la no discriminación, a la igualdad ante la ley y a casarse y formar una familia. Para finales de 2022, el matrimonio entre personas del mismo sexo se declaró legal en toda la República Mexicana.

Sin embargo, la experiencia de Amanda respecto a este tema no es tan buena, pues en una ocasión trató de hacer valer su derecho al matrimonio y no le fue tan fácil. En su experiencia comparando los matrimonios igualitarios con los heteros, sintió que a ella y su novia les pusieron varias trabas. 

“Nos pidieron comprobantes de domicilio con la misma dirección, aunque vivas en el mismo municipio te piden que la dirección sea la misma, o sea vivir juntas”, cuando este requisito no aparece en ningún lugar. Además, les pidieron certificados médicos de máximo tres días de antigüedad, cuando en la página del registro civil del Estado de México especifica que pueden ser de hasta 15 días antes, “te piden que todo el pago sea en una sola exhibición, cuando a las personas hetero les dan (oportunidad) para pagar en dos plazos, cuando apartas la fecha y el día de la boda se termina de liquidar” dice. Amanda afirma que, “Aunque es matrimonio igualitario, para una persona LGBTIQ+ es mucha más vuelta”. 

Blanca es una mujer lesbiana que tiene una relación desde hace nueve años con Estela, que es bisexual. Un día iban caminando por la Glorieta de los Insurgentes, cuando fueron insultadas por una persona que pasaba en carro, ellas cuentan que iban de la mano y empezaron a acariciarse cuando el automovilista las insultó con comentarios lesbofóbicos y desde ese momento ninguna de las dos confía en que sea seguro mostrarse afecto en público.

Para no arriesgarse o exponerse a situaciones de violencia, Amanda y su pareja han dejado de asistir a algunos lugares en Ciudad de México y el Estado de México, en donde la lesbofobia es algo común. En algunas otras ocasiones deciden no darse besos en sitios públicos “para cuidar la seguridad de las dos” dice.

Blanca, al igual que Nisa, afirma que desde muy pequeña supo que le gustaban las mujeres. En cambio, su familia no aceptaba su orientación sexual, en especial su mamá, quien le decía “qué van a decir tus tías” y trataba de ocultar las preferencias sexuales de su hija, hasta que un día decidieron aceptarla junto con su pareja, Estela.

Estela es bisexual, está casada con un hombre y es pareja de Blanca. Estela tiene una hija pansexual y un hijo heterosexual. Cuenta que su hija, por su orientación sexual, aceptó desde el principio su relación con otra mujer, incluso afirman que el esposo de Estela las apoya en muchos aspectos.

Blanca y Estela son vendedoras de diversos artículos con los colores de la comunidad y cuentan que en una ocasión asistieron a la mega marcha por el Orgullo LGBTIQ+ y unos policías las retiraron del lugar en donde estaban vendiendo y les quitaron sus cosas, posteriormente las llevaron al Ministerio Público, las dejaron salir luego de que las intimidaran y les exigieran pagar una multa de 400 pesos cada una.

El esposo de Estela fue quien acudió a ayudarlas para que pudieran salir, pero a su llegada se encontró con veinte policías que lo amenazaron para que pagara, si no, las golpearían. Ese día, tanto Blanca como Estela, perdieron todas las ganancias del día, lo cual no solo es su sustento, sino que además, con ese dinero pagan las terapias y medicamentos de Estela y su hija.

Estela sufre de distrofia muscular y su hija de retraso cerebral, lo que hace que su pequeño negocio de ventas sea muy importante para ellas. Blanca asegura que se lleva muy bien con las hijas de Estela y con su esposo y ninguna de las dos ha sufrido ningún tipo de discriminación por parte de la comunidad LGBTIQ+.

La lesbofobia puede generar tensiones en las relaciones familiares. Algunas familias pueden rechazar o negar la identidad lesbiana de sus miembros, como en el caso de Nisa, lo que puede llevar a la exclusión, la falta de apoyo emocional y la ruptura de los lazos familiares.

Las lesbianas pueden enfrentar el rechazo, la discriminación y la presión para cambiar su orientación sexual por parte de sus familiares, lo que puede tener un impacto negativo en su bienestar emocional.

La lesbofobia puede tener graves consecuencias para la salud mental de las lesbianas. El enfrentamiento constante con el estigma, la discriminación y los prejuicios, puede llevar a sentimientos de vergüenza, culpa, baja autoestima, ansiedad y depresión. La falta de aceptación y apoyo social puede aumentar el riesgo de problemas de salud mental, incluido el riesgo de suicidio.

Esto también puede influir en la vida cotidiana de las lesbianas de diversas maneras. Pueden enfrentar discriminación en el lugar de trabajo, la escuela o en entornos sociales, lo que puede dificultar su capacidad para desarrollarse plenamente y tener igualdad de oportunidades. Además, la lesbofobia puede dar parte al acoso verbal, intimidación, violencia física o agresiones sexuales dirigidas a las lesbianas.

De igual manera, la discriminación puede dificultar el acceso de las lesbianas a servicios como la atención médica, la vivienda o el asesoramiento. La discriminación y el prejuicio pueden crear barreras que impidan a las lesbianas obtener los servicios y el apoyo necesarios.

Es importante destacar que estos efectos negativos pueden variar según el entorno social y cultural en el que se encuentre la persona. Por ello, es fundamental promover la educación, la aceptación y la igualdad para combatir la lesbofobia y crear un entorno más inclusivo y respetuoso para las lesbianas y todas las personas LGBT+.

Discriminación hacia las lesbianas por parte del colectivo LGBT+

Por otra parte, entrevistamos a una mujer abiertamente lesbiana y quien nos pide no se revele su nombre para su protección, pero que llamaremos “Susana”. “Susana”, es activista por los derechos Lésbicos, artista visual y trabajadora sexual, ella cuenta que hace cuatro meses sufrió el mayor acto lesbofobico que ha recibido.

“Desde que tengo 10 años y me di cuenta de que soy lesbiana, gran parte de las personas que saben que soy lesbiana, tienen un prejuicio hacia mí y me discriminan porque creen  que, como soy lesbiana, deseo a todas sus novias, a sus esposas, y me han cerrado las puertas, porque los esposos se ponían celosos de mí, porque creían que yo iba a salir con sus esposas, eso fue a los 15 años”, relata con nerviosismos y la voz entrecortada.

Continúa diciendo: “A los 21 años, cuando empecé a ser trabajadora sexual, todas las mujeres pensaban que quería con sus esposos, por el simple hecho de mi trabajo, yo celebro todas las personas que les gusten todas las personas, qué chido, cada quien es libre de vivir su sexualidad como quiera, pero a mí, no por el hecho de ser lesbiana y puta, quiere decir que quiero con todes, y aunque así fuera no tienen por qué cerrarme las puertas”

“No es justo que a nosotras las lesbianas nos discriminen y que se le llame acoso al que expresemos nuestros sentimientos libremente, eso es discriminación y eso es lesbofobia”

“Hace cuatro meses sufrí un ataque lesbofobico, donde me violaron, es triste porque muchas de las personas que se alegraron con mi violación eran mujeres lesbianas con las que tuve relaciones sexuales en mi pasado, y estuvieron muy contentas, porque creyeron que yo me merecía esa violación por no ser la buena mujer que ellas querían que yo fuera. Y aplaudieron a mi atacante, dijeron estar enamoradas  de mis atacantes porque yo no deje de ser la persona que ellas querían que fuera, porque no deje de ser trabajadora sexual, porque admití que yo estaba enamorada de tres mujeres a la vez, pero jamás les mentí, y por eso ellas aplaudieron a mi violador; muchas de ellas bisexuales, lesbianas, eso me parece super injusto”

“Creo que es necesario que entre las lesbianas repensemos y se repiensen, el clasismo, el racismo, el elitismo y el fascismo que muchas veces se cometen entre lesbianas”

También menciona que, como realizadora audiovisual, los espacio de Gobierno de la Ciudad de México le han cerrado los espacios para mostrar su obra que habla de los derechos humanos y libertad de expresión, debido a su orientación sexual.

En el último decenio se ha intentado imponer a las lesbianas el uso de términos más “inclusivos”, como gay o queer, para referirse a sí mismas, aunque estos términos no sean precisamente para mujeres. Esto perpetúa la discriminación específica que sufren las lesbianas por su sexualidad por parte de otras mujeres heterosexuales, así lo aseguraron nuestras entrevistadas.

Así mismo, la “Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021”, realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI); en México cinco millones de personas mayores de quince años se identifican como parte de la comunidad LGBTIQ+, de entre las cuales 4.6 millones se reconocen como gays, lesbianas, bisexuales u otras orientaciones sexuales.

La lesbofobia puede llegar a romper vínculos valiosos con personas para las mujeres, por el simple hecho de que no aceptan su sexualidad; a algunas las corren de sus casas por esto mismo, incluso hay a quienes las han internado en “centros de rehabilitación homosexual” o han llegado a la violencia máxima: matar a sus propias hijas lesbianas.

Amanda cree que la forma en que los educaron y la falta de información es la causa de que sus padres y demás personas “no acepten” las relaciones lésbicas y no entiendan que dos mujeres pueden tener una relación sentimental.

Nacional

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Miranda Chavarria
Miranda Chavarriahttps://bit.ly/3P3UYRu
Comunicóloga UACMita y Fotoperiodista Feminismos, Desapariciones, Maltrato animal y eventos culturales. Aliada LGBTIQ+ Radicando en Ciudad de México

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