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¡No nos hagamos bolas! Se trata de legitimar el Contrato Colectivo de Trabajo del SITUAM

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SITUAM

Enrique G. Gallegos

Se entiende que hay una cantidad de problemas de distinta naturaleza en el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM). Tras más de dos años de desmovilización que llevó al sindicato a una parálisis y crisis, el cúmulo de pendientes es grave y no es menor. Y todos son importantes. Desde la modesta solicitud administrativa para la bolsa de trabajo hasta las auditorías; desde la reposición de los expedientes administrativos hasta la renovación de los órganos estatuarios; desde la actualización de la página web hasta preparar la negociación salarial. Todos estos problemas y muchos más deben ser tratados con la urgencia que merecen. Todos son importantes. Pero el Contrato Colectivo de Trabajo es de otro orden. Me explico.

Se debe entender que la legitimación del Contrato Colectivo de Trabajo es prioritario porque en el cimiento en el que descansa buena parte del resto de las preocupaciones y dota de sustancia a la vida colectiva del sindicato. Cimiento, base, raíz, origen, fundamento, tronco, sostén, padre y madre: todo esto es el Contrato Colectivo de Trabajo. Es la base de las relaciones laborales entre las autoridades y el sindicato. Sin ese fundamento, se cae el resto.

Y hay no pocas fuerzas operando en contra; no sólo de los últimos años, sino desde los años 80: fuerzas históricas como las expresadas en las reformas constitucionales y laborales durante la larga noche del neoliberalismo; fuerzas encarnadas en los funcionarios de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) que se frotan las manos. ¿Cuántos millones vale un contrato como el de la UAM? Para las funcionarios de la UAM tiene un costo que se podrían ahorrar; pero para la clase trabajadora cristaliza decenas y siglos de lucha, sufrimiento, muertos, batallas y desvelos. Cada línea, cada cláusula y cada apartado condensan el espíritu de nuestros antepasados que lucharon por mejorar las condiciones laborales de la clase trabajadora. Es mucho más que papel y letra impresa.

El sentido de ser de un sindicato es la defensa de los derechos laborales y colectivos; su objetivo es optimizarlos y luchar por mejoras salariales (evidentemente, también luchar cuerpo a cuerpo con todas las y los trabajadores del país y del mundo). Lo primero apunta a un orden ya establecido en el Contrato Colectivo de Trabajo; lo segundo, a un horizonte siempre incierto porque depende de la capacidad de lucha del sindicato; pero ambos, el orden fundado en el Contrato Colectivo de Trabajo y la expectativa de mejoras en las condiciones laborales y salariales presuponen el reconocimiento de la bilateralidad.

La bilateralidad es esa poderosa palanca contractual que se encuentra establecida en las primeras diez cláusulas (y en otras a modo de presuposición). Y significa, ni más ni menos, que el sindicato tiene el mismo rango que los funcionarios de la UAM cuando se trata de las relaciones laborales. Si bien en la oficina, en el jardín, en el taller y en el centro laboral, los trabajadores de la UAM están en una posición de subordinación, en las negociaciones de trabajo fundadas en la bilateralidad las cosas cambian: la relación es entre iguales; de tú a tú;  no hay jerarquías, sometimientos, estatus, menor o mayor valía de las partes. Por ello, además de un instrumento de lucha también lo es de dignificación del trabajador. Son dos equivalencias que se encuentran en posiciones antagónicas: el sindicato luchando por un mundo mejor, por mejorar las condiciones salariales y laborales, defendiendo la materia de trabajo; los funcionarios intentando socavar, aplastar y negar sus obligaciones contractuales. Positividad contra negatividad.

Pero la bilateralidad no se puede sostener sin la independencia del SITUAM. Se engranan y se retroalimentan. Para hacer efectiva la bilateralidad es fundamental sostener la independencia del sindicato de poderes externos, de los riesgos del charrismo y, sobre todo, de las intromisiones de los funcionarios de la UAM. Pero, a su vez, la independencia del sindicato no se puede mantener si esta no se apoya en la democracia; es decir, en la base trabajadora que participa activamente en los diferentes órganos estatuarios y las elecciones. Y esas tres instituciones que dan sentido al SITUAM: bilateralidad, independencia y democracia, estuvieron en jaque durante la pasada gestión del comité ejecutivo. Por diferentes vías, esas tres instituciones tienen su fundamento en el Contrato Colectivo de Trabajo, de manera directa o indirecta (evidentemente también en los estatutos). Por ello, no es cosa menor su prioridad.

Por eso es fundamental que el sindicato adecue los estatutos y legitime el Contrato Colectivo de Trabajo sin caer en falsas discusiones. La consiga debería ser no hacerse bolas en los medios para legitimarlo. Hay un riesgo de que las discusiones se empantanen, a pesar de tener el mismo objetivo. Es fundamental que las y los trabajadores, las y los delegados, lo tengamos claro. Que se discuta lo que se tenga que discutir, pero sin perder de vista su prioridad y el objetivo de legitimarlo. Por ello, en las próximas discusiones se requiere altura de miras, flexibilidad, sentido de urgencia, empatía, ausencia de descalificaciones y recriminaciones y un tipo de discusión propositiva que allane cualquier bloqueo o parálisis. Porque no lo olvidemos: cimiento, base, raíz, origen, fundamento, tronco, sostén, padre y madre: todo esto es el Contrato Colectivo de Trabajo.

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