El Presidente frente al coronavirus

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Por Max González Reyes

La realidad social es muy cambiante. Lo que aparece en un principio sin importancia, poco a poco va cobrando fuerza hasta convertirse en el eje principal de toda la actividad política y social. Eso está pasando actualmente con el coronavirus.

El virus que inició en China poco a poco se fue extendiendo. Primero llegó a Japón, de ahí a Europa donde se extendió por el resto del mundo. Al principio sociedades y gobiernos no le tomaron la atención que requería el caso, pero a medida que se fue propagando el contagio fue incontrolable. En países como España, Francia e Italia el coronavirus obligó a meter a la sociedad en sus casas ante la posibilidad de seguir extendiéndose. Obligó, también, a suspender eventos deportivos como las ligas de futbol, las competiciones europeas como la Champions Ligue y la Europa Ligue; la Copa Europea prevista para el verano también tuvo que ser suspendida, e incluso eventos masivos como el Gran Premio de Mónaco y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. En Sudamérica también se cancelaron eventos: la Copa América a celebrarse en Colombia y Argentina, las competencias de la Concacaf, así como los selectivos para los juegos olímpicos.

Por su parte el gobierno norteamericano encabezado por Donald Trump en un principio se mostró renuente ante la pandemia; sin embargo, a medida que distintas personalidades empezaron a contraer el virus emprendió acciones categóricas: prohibió vuelos a Europa, suspendió eventos (los juegos de la MLS y la NBA) y metió a todos a sus casas.

El gobierno de México en un primer momento se mostró indiferente del caso. Al saber que el coronavirus se extendía por Europa lo miraba como algo ajeno y por lo tanto no representaba peligro. El Presidente Andrés Manuel López Obrador se negó a convocar al Consejo de Salubridad General. Sin embargo, una primera alerta para el gobierno federal fueron las acciones que emprendió el gobierno de Estados Unidos al cerrar sus aeropuertos con viajes a Europa. Ante ello el gobierno de López Obrador pidió que no se cerrara el flujo comercial con el vecino del norte pues ese sería un golpe muy duro a la economía mexicana.

A partir de eso el gabinete en general, pero en especial el que tiene que ver con temas de salud, empezó a poner en primera línea el tema del coronavirus, principalmente por los contagios que se pudieran presentar. Por ello la Secretaría de Educación Pública (SEP) adelantó y extendió el periodo vacacional del 20 de marzo al 20 de abril, a efecto de evitar la propagación del virus. Para muchos fue una medida tardía toda vez que para ese momento ya se presentaban algunos contagios, los cuales iban en crecimiento.

No obstante, en una gira de trabajo en San Pablo Villa de Mitla Oaxaca, el Presidente López Obrador pidió no “apanicarse” respecto a la contingencia por el Covid-19. El mandatario dijo que él tiene que seguir trabajando a pesar de la amenaza. Esa ocasión aseguró que su gobierno tiene un plan para enfrentar la pandemia. Por ello, siguió encabezando actos masivos pese a la recomendación de no hacerlo, saludando de mano y beso previo a realizar alguna reunión o su ya famosa conferencia mañanera donde rechazó aplicarse un gel antibacterial.

Hasta ese momento el Gobierno Federal había mantenido la fase 1 de contingencia por lo que la actividad seguía normal. Pero al presentarse mayores contagios y algunas muertes por el Covid-19 diversas voces empezaron a presionar para que quienes pudieran suspendieran labores a fin de evitar un contagio masivo. No fue sino hasta el 24 de marzo que el Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell declaró la entrada a la fase dos, cuando ya había 367 casos confirmados, aunque la cifra crece cada día.

Es importante señalar que la crisis sanitaria puede detonar en una crisis económica y, es probable, una política. Quizá de ahí la razón del gobierno de postergar la entrada formal a la fase dos de la pandemia, ya oficialmente declarada así por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el 11 de marzo de 2020.

Complicada tarea que tiene el Presidente López Obrador y su gabinete: cuidar la salud de los mexicanos para que no se presenten más contagios, y muertes, y a la par prevenir una crisis económica derivada de la suspensión de múltiples actividades productivas. Un tercer factor que debe cuidar el gobierno se deriva del desabasto de productos que en un periodo de cuarentena puede presentarse, pues la crisis por el Covid-19 puede durar varios meses.

Como sabemos el sistema de salud en México está rebasado, y si a ello le sumamos la atención por el coronavirus es claro que no hay la suficiente capacidad para enfrentar el problema. El tema es complejo pues según diversas fuentes, la prevención de la pandemia obligaría a suspender actividades alrededor de tres meses, lo cual sería un impacto muy duro para la economía formal e informal. Ante la pandemia más grave en lo que va del siglo, el Presidente se resiste a acatar en su totalidad las medidas sanitarias. Sigue haciendo giras, dando conferencias; en fin, haciendo como si no pasara nada. Un día invita a no salir de casa, y al otro convoca a reuniones; no cambia su agenda ni su discurso. El está en su carrera y a su ritmo, aunque el Covid 19 avance a pasos agigantados.

La realidad es que el coronavirus agarró a todos por sorpresa. Unos por no atender a tiempo cuando aún se podría controlar, y otros por no tener las previsiones que se podrían venir en este caso. Veremos cómo afrenta el gobierno esta crisis en la que no nos ha llegado el golpe frontal.

 

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