En el marco del Mes del Orgullo, alrededor de 70 mil personas LGBTIQ+ y aliadas salieron a marchar por las calles de Guadalajara, y lo hicieron desde el centro de Guadalajara hasta la Glorieta de La Minerva. El objetivo fue celebrar las identidades de lxs integrantes de la comunidad así como su orgullo.

Por Aletse Torres Flores / @aletse1799 / @ZonaDocs

Fotos por Karen García / @karen_gdlt

Desde la una de la tarde, la Plaza Liberación en Guadalajara comenzó a llenarse de vida. Banderas arcoíris ondeaban entre paraguas, abanicos, vestidos coloridos, pancartas, alas, coronas de flores y cuerpos diversos que caminaban hacia el mismo destino: la Marcha del Orgullo LGBTIQ+ 2025.

A las tres en punto, tras un posicionamiento político que exigía el respeto pleno a las identidades diversas y un alto a la violencia estructural, institucional y sistemática, el contingente comenzó su recorrido hacia la glorieta de La Minerva.

Entre las primeras consignas que se escuchaban estaban los clásicos:

“¡No que no, sí que sí, ya volvimos a salir!”. Pero no era una simple repetición; este año, la exigencia se sentía más urgente.

En el posicionamiento inicial, se hizo un llamado claro al estado mexicano y al gobierno de Jalisco a atender las múltiples violencias que enfrentan personas trans, no binarias, con VIH, con discapacidad, juventudes disidentes y personas de pueblos originarios.

Jalisco, uno de los estados con una de las marchas más grandes del país, este año se eliminó el reconocimiento legal a las infancias trans, lo que provocó una ola de indignación en colectivos y activistas.

Fue alrededor de las 3:30 cuando la lluvia hizo su aparición. Pero lejos de dispersar a la multitud, provocó algo que sólo el orgullo puede lograr: paraguas de colores se alzaron como si fueran parte del atuendo, la música se encendió desde los carros alegóricos y los cuerpos comenzaron a bailar.

En lugar de correr a refugiarse, la gente caminaba, cantaba y se abrazaba. Desde algunos carros, se repartían abanicos, pruebas rápidas de VIH, lubricantes y condones, mientras otros soltaron bocinas que convirtieron las calles en pistas de baile improvisadas.

En la marcha se encontraba Santiago, un asistente habitual al evento, que este año decidió caminar con una postura más política ante el contexto global. Con dos pancartas en mano —una de ellas con el mensaje “Palestina libre, todas las opresiones están conectadas”— expresó que frente al avance de la ultraderecha, los conflictos bélicos y el genocidio en curso, resulta fundamental politizarse y acuerpar.

“Antes me costaba aceptarlo, pero hoy sé que mi existencia, y la de todes, es política”, afirmó. Para él, el orgullo no se vive únicamente en junio, sino cada día, desde su trinchera en redes sociales.

También alzó la voz contra la violencia local, exigiendo justicia para las personas desaparecidas en Jalisco:

“Ya nadie está a salvo y la seguridad es urgente, sobre todo para poblaciones en riesgo como la nuestra”.

Entre la multitud también se encontraban Estrella Sicaru, actual Drag Star México, y Luis Alberto Gutiérrez, Mister Modelo México 2024. Para ambxs, marchar era un acto de visibilidad y resistencia frente a las estructuras que buscan invisibilizar a las personas LGBT+.

“Marchamos para luchar por nuestros derechos, por la igualdad, por todos esos valores que la sociedad nos impone y que no nos corresponden”, expresó Sicaru, mientras Gutiérrez complementaba:

“Cuando sabes quién eres y eres libre para expresarte, puedes salir y estar aquí feliz. Marchar es una celebración de esa libertad”.

Ambos coincidieron en que la autenticidad es la mejor forma de vivir el orgullo durante todo el año, sin etiquetas ni miedo. Además, expresaron su preocupación por la decisión del Congreso de Jalisco de no reconocer legalmente a las infancias trans, y llamaron a las y los funcionarios aliados a defender los derechos sin tibiezas: “Debemos buscar una verdadera unión que elimine la discriminación”.

Pero no todo era júbilo. En la marcha también se encontraba Brian, una persona no binaria que utilizó un cartel con la frase “El Pride es sionista” para expresar su inconformidad con la comercialización del evento.

“Marcho más desde la rabia que desde el orgullo”, señaló con firmeza. 

Para Brian, el sentido original de la marcha se ha desdibujado: “Nos dicen que estemos orgulloses, pero mis hermanas trans siguen siendo asesinadas”, reconociendo que solo quienes tienen más privilegios han alcanzado cierta libertad, mientras que las demás siguen expuestas a la violencia estructural.

“Vestir de cierta forma es político, pero también lo es alzar la voz, señalar violencias y no tomar posturas tibias. No basta con ser visible en junio”, añadió.

Más adelante, en el colectivo Ballet Jalisco es Diverso, estaba bailando Alejandro, integrante y activista que marchó convencido de que los derechos deben garantizarse de forma equitativa y con justicia.

“Venimos a marchar por nuestros derechos. Queremos que se legisle con justicia y que todo marche en orden”, declaró. Para él, el orgullo no es un disfraz de un día. “Yo soy gay con orgullo en todas partes: en mi casa, en mi trabajo, con mis amigos. Siempre soy el mismo”. 

Junto con sus amigues estaba Paola, vestida como una Virgen; su atuendo no era una burla, sino una denuncia política: “La religión ha sido muy violenta con la comunidad LGBT. Por eso vine así, para exigir derechos y decir basta a la discriminación”. 

Para ella, marchar no es una fiesta, sino una necesidad constante ante las violencias que persisten. “Sí hay que marchar muchas veces al año, porque la homofobia y la LGBTfobia siguen ahí. No se han erradicado”.

Paola vinculó la lucha LGBT+ con otras resistencias: la de los cuerpos gordos, negros e indígenas. “El simple hecho de vestirnos como queramos es resistencia”, dijo. Al gobierno municipal le exigió respeto hacia las infancias trans: “Eso no se debate. Las infancias trans merecen respeto”.

De color rosa y plateado, estaban vestidxs Ailin Isabela y Eriberto Rodríguez, visiblemente emocionades por formar parte de la marcha.

Ailin, mujer trans, caminaba por todas aquellas que ya no están: “Marcho por todas mis hermanas trans que han muerto, y porque todas debemos ser libres en esta lucha”. Por su parte, Eriberto, lo hizo por visibilidad y dignidad: “Hoy es por nuestros derechos, por hacer más visible toda la jotería, y porque nos respeten a todes”.

Ambxs lamentaron no haber podido transicionar en su adolescencia. “A mí me hubiera gustado empezar mi transición a los 13 años”, comentó Ailin. “Hoy soy un gay orgulloso, pero quería esa libertad desde antes”, añadió Eriberto.

Otra de las voces que resonó fue la de Cecilia, quien acompañaba a su hermano Fernando y a todxs lxs integrantes de la comunidad. “Marcho por mi hermano. Porque para mí, todo esto es amor. No hay géneros, todos somos iguales”. A la par, la aliada recalcó la importancia de educar con empatía para erradicar el odio: “Las nuevas generaciones deben crecer sabiendo que esto existe y merece respeto”.

En el mismo contingente de personas con discapacidad se encontraba Juan, una persona amputada que desfiló con alas blancas. Para él, marchar es un acto de libertad y amor propio: “Muchos aún nos tachan de enfermos, pero esto es solo otra forma de ser, de amar”. 

Miraba a su alrededor con emoción mientras repetía una frase que se convirtió en eco de esperanza: “No importa si eres él, ella o elle: somos personas, y el corazón lo tenemos del mismo lado”.

Pero no todo era brillo y celebración. Ricardo sostenía una pancarta con las fotos de Kenia y Carla, dos mujeres trans desaparecidas el 18 de septiembre de 2020 en Zapopan:

“Hay que recordar que no solo nos enfrentamos a la homofobia. Vivimos muchas violencias. La desaparición forzada también es parte de nuestra realidad”, dijo. “Estas chicas deberían estar aquí. Por eso es importante que las incluyamos en la marcha, que no se olviden”.

Ricardo subrayó que la desaparición forzada también afecta gravemente a la población LGBT+:

“No solo es la homofobia. También somos parte de las estadísticas de desapariciones. Kenia y Carla eran mujeres trans, y su situación de vulnerabilidad, incluida la económica, probablemente tuvo mucho que ver”.

Y su única exigencia fue para el gobierno de Jalisco:

“Que se haga justicia. Que no solo escuchen a los colectivos, sino que actúen. Llevamos años siendo violentados, y las trabas siguen. Es momento de hacer algo real”.

A pesar de su magnitud y diversidad, la marcha de Guadalajara se realizó en un contexto preocupante. Según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio, México registró 59 asesinatos de personas LGBT+ durante 2023. 

Jalisco, pese a ser una de las entidades con mayor visibilidad, también se ha convertido en terreno de retroceso: la reciente eliminación del reconocimiento a las infancias trans es una muestra clara de ello.

Pero este 14 de junio, las calles hablaron. Cada cuerpo presente, cada grito, cada mirada pintada de glitter y dignidad, fue un recordatorio de que el orgullo no es concesión ni moda: es lucha.

Alrededor de las cinco de la tarde lxs asistentes arribaron a la glorieta de La Minerva para seguir festejando y exigir sus derechos, en un acto de visibilización durante el propio disfrute, espacio que se vio adornado de globos de colores, música, alegría y memoria. Porque en Guadalajara, como en tantas otras ciudades, el orgullo se vivió con coraje, rabia, amor y dignidad.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here