Acapulco está enfrentando la destrucción total causada por el huracán Otis y su tardía alerta. Vientos feroces y lluvias torrenciales provocaron inundaciones, entre muchos otros destrozos en toda la región. Hasta hoy, no hay presencia de las autoridades federales ni locales en las zonas rurales. La ayuda gubernamental es insuficiente para esta crisis. En medio de esta tragedia, una familia damnificada nos narra la devastación que están viviendo.

Por Ammy Zabdy Sánchez Salas

Antes de golpear la costa guerrerense, el huracán Otis era considerado una tormenta tropical, pero el fenómeno natural aumentó a tal velocidad y a tal grado que, al llegar a Acapulco, ya era categoría 5 en escala Saffir-Simpson, rompiendo records por su fuerza y la rapidez en su intensificación. Por esa razón, ahora  es considerado por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), como “el huracán más fuerte de la historia del Pacífico Oriental en la era satelital”. 

Las autoridades Mexicanas subestimaron el Huracán, que arrasó la tierra guerrerense, y no solo eso, sino que han habido omisiones  en los sistemas de alerta temprana. Para entender un poco sobre el porqué fallaron los pronósticos en relación con Otis, tenemos lo expresado por el Dr. Benjamín Martínez López, que es integrante del departamento de Ciencias Atmosféricas de la UNAM: “Todo eso tiene que ver con la información que se usa, y es una verdad que del lado del Pacífico se cuenta con menos información que del Atlántico. Eso tiene una explicación muy sencilla: a Estados Unidos lo que le interesa es pronosticar muy bien los huracanes del Atlántico y el mar Caribe, porque son los que le afectan. En cambio los del Pacífico nos dañan a nosotros. Fuera de una cuestión meramente científica de investigación, desde mi muy particular opinión los recursos se canalizan al Atlántico. En el Pacífico se debe tener el mismo monitoreo y más vuelos rutinarios cuando hay perturbaciones que se puedan intensificar. Todo eso cuesta dinero, y el gobierno mexicano debe incrementar sus alertas, sobre todo considerando que los huracanes constituyen una amenaza a la seguridad nacional”. 

Teniendo en cuenta que los pronósticos fracasaron, sumemos que el calentamiento global también influyó en esta rápida intensificación.  “La Piscina cálida del Pacífico occidental” es un término utilizado para explicar lo que sucedió en guerrero. Esto no quiere decir que haya una piscina en las costas de México si no que hay una ola de calor, significa que las temperaturas del océano están aumentando y esto ayudó a que el huracán se intensifica con gran rapidez, explica Alejandro Jaramillo, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). 

Para comprender la verdadera tragedia de este suceso, les llevaré a las calles de Acapulco, a través de fotografías y a partir del relato que una familia acapulqueña compartió para Somos el Medio. Tras el desastre, elles se están refugiando con sus familiares en la Ciudad de México.

Al sur de la CDMX, el día 25 de octubre, observamos con el  cielo nublado y lluvioso, una mínima muestra de las secuelas de este huracán categoría 5 en escala Saffir-Simpson.  Fue por medio de los noticiarios que nos enteramos de lo que había dejado aquel ciclón. Las imágenes  eran alarmantes, todo se veía devastado, pero en un inicio en los medios solo pasaban fotos y videos de la zona hotelera. En ese momento me pregunté ¿Cómo es que la estaban pasando las personas en los barrios de Guerrero?

Fue así  que conocí a la familia Pérez Lozano, quienes se resguardan en la Alcaldía Tlalpan. Esta familia  la conforman el matrimonio de Humberta Lozano Palma y Jaime Pérez Mila; la hija de ambos, Dalia Pérez Lozano y su esposo, junto con sus pequeñes hijes, Daniel de Jesús Capitano Pérez de siete años y una pequeña de dos años.

Esta familia enfrentó la devastación y resistió a uno de los huracanes más fuertes que haya golpeado la costa oriental del pacífico.

A una semana y cinco días del huracán Otis en Guerrero, me dirigí al lugar donde esta familia vive temporalmente, en casa de su otra hija, Diana Lozano. Llegué a este hogar donde me recibieron de la mejor forma, siendo muy amables. Me saludaron e invitaron a sentarme. Cuando empecé con las preguntas, en el momento en el que les vi directo a los ojos, los percibí llenos de esperanza, con mucho deseo de compartir lo que vivieron y que se dé a conocer la destrucción que está sufriendo la gente de guerrero y así fue como me compartieron un relato de su vida:

¿Dónde vivieron este huracán? 

Dalia: Vivimos en la colonia Progreso, está en el centro, cerca del parque Papagayo, también estamos cerca de la costa. En ese momento solo estábamos mi papá, Jaime Pérez, yo, Dalia, junto con mi esposo e hijos. Mi mamá había ido a visitar a mi abuela de 85 años, ella sufre de una fractura de cadera y vive en la colonia Renacimiento. Mi madre, Humberta, se resguardo junto con su hermano en casa de mi abuelita.

¿Cómo fueron las alertas tempranas?

Dalia: Desde las doce del día habían informado en los medios de comunicación que se aproximaba una tormenta tropical, después a las diez de la noche empezaron a difundir que era un huracán de categoría 5. Por la hora decidimos acostarnos como normalmente lo hacemos, pensando que sería algo mínimo. 

¿Cuál fue su experiencia durante el huracán?

Dalia: Empezó antes de las 11:00 pm, cerramos puertas y ventanas pensando que no sería fuerte. Llegando las 11:00 pm, el viento era cada vez más fuerte, llegando al grado de que no pudimos dormir en toda la noche y madrugada. Los estruendos que hacía este fenómeno no cesaron, nos resguardamos en una de las habitaciones, era tan fuerte el viento que hubo un momento en que mi esposo detuvo la puerta con ayuda de un mueble y sus fuerzas. 

Se oían los ruidos de las catástrofes fuera y dentro de casa. Mi mamá nos contó cómo  lo vivió lejos de casa, junto con su hermano y madre. Humberta y mi tío, juntos subieron al 2do piso para salvaguardarse, ya que el agua estaba entrando a casa.

Humberta: No importó lo difícil que fue subir cargando a mamá” –mencionó con un tono valeroso– mi madre padece fractura de cadera y no puede moverse. Gracias a Dios estuvimos ahí para ayudarla pero hubo muchos abuelos y abuelas que vivieron este huracán solos, con las mismas o diferentes condiciones y desafortunadamente fallecieron. Presenciamos a nuestra vecina, que era una mujer ya grande y vivía sola, este huracán destrozó su casa a tal grado que se le cayó la pared encima Los vecinos hombres la ayudaron y la llevaron en una ambulancia hacia el hospital, pero, desafortunadamente, esta mujer falleció.

Dalia: Mis hijes, mi padre y yo junto con mi esposo al amanecer salimos para ver el desastre y eran muchos destrozos, varios árboles habían desaparecido, las ventanas estaban todas quebradas, incluyendo la de los carros, varios postes de luz tirados en la calle, portones tirados, tinacos en las calles, mucha basura por doquier, inundación, no había luz ni internet para comunicarse. Empezaron los saqueos después de dos días fuimos en busca de agua y comida, fue en ese entonces que vimos que las personas estaban saqueando tiendas como Coppel, Oxxo, Soriana, Domino’s pizza, la típica tiendita de la esquina, The Home Depot; se llevaron cosas innecesarias como refrigeradores, teles, aires acondicionados, sillas entre otras cosas; acabaron con el poco alimento y agua que quedaba.
No teníamos qué comer ni beber, en el lugar donde estuvimos fue después de 48 horas que empezaron a volar helicópteros del gobierno, pero la ayuda nunca llegó.

¿Cómo se comunicaron con sus familiares?

Dalia: Mi esposo trabaja en un hospital, ahí fue donde pusieron una planta de luz de diésel y hubo señal, fue ese el momento en el que se comunicó con mi hermana Diana, pero esto ocurrió después de tres días. En ese momento nos pudimos comunicar, preguntamos ¿por qué la ayuda aún no llegaba?  Porque todo estaba muy feo, la violencia empezaba a brotar, principalmente en los saqueos. Mi hermana nos abrió las puertas de su casa. Antes de que nos sacaran la poca gasolina que teníamos en el carro empezamos el viaje a la CDMX. llegamos a Chilpancingo, en donde cargamos más gasolina y cambiamos el cristal trasero del carro porque venía estrellado. Supimos que había autobuses de flecha roja que estaban dando su servicio gratis para salir de Guerrero y que las casetas no estaban cobrando… esto ayudó en gran parte a muchas personas.

¿Por qué decidieron salir de Acapulco, Guerrero?

Jaime: Las condiciones en las que estábamos viviendo eran muy insalubres, ya no teníamos que comer, no había agua, no había luz, los montones de basura empezaban a oler mal, las enfermedades empezarían a brotar por todas estas necesidades y mejor optamos por salir de Guerrero un rato, por el bien de nosotros y las infancias. 

Les hermanes Guerrerenses están pasando por una destrucción total, ellos anhelan vivir como antes pero no es posible. Necesitan que el gobierno se haga notar con ayuda equitativa. Saben que todos necesitan ayuda, así que tienen que  trabajar justamente desde la zona hotelera hasta las zonas más recónditas de este estado. Las personas damnificadas requieren de muchos recursos que ahorita no están al alcance de la población. Actuemos como hermandad frente a este tipo de circunstancias. 

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