Por Enrique Gallegos / Profesor UAM-Cuajimalpa

Por supuesto que es grave que una universidad esté cerrada (porque no cumple con sus objetivos sociales de impartir educación, investigar y preservar y difundir la cultura). Que sus edificios se deterioren. Que los estudiantes interrumpan su formación. También lo es que las y los trabajadores dejen de reciben sus salarios y los profesores sean golpeado en su bolsillo. Pero cualquiera de esos efectos será subsanado y reparados una vez que la universidad reabra. Empero, una de las consecuencias más graves para la vida universitaria —que ha pasado un tanto desapercibida— son las manipulaciones y artimañas que han usado los funcionarios universitarios encabezados por el Secretario General de la UAM para transgredir el derecho colectivo y constitucional a la huelga y alargarla con el objetivo de que se desgaste.

¿Cómo se reparan y subsanan los efectos de las manipulaciones y mentiras en una institución caracterizada por la búsqueda de la verdad, el compromiso social, el respeto a la persona, el sentido de justicia, solidaridad y la formación crítica y humanista? Son conductas graves porque instalan de golpe en la comunidad universitaria y en el aula la idea de que las mentiras, manipulaciones, artimañas y campañas sucias son medios válidos para obtener el triunfo sin importar los costos. El mensaje que los funcionarios están enviando a los miles de estudiantes y profesores es que es lícito mentir, engañar, manipular y atropellar. A continuación señalo siete de estas conductas dañadoras de la vida universitaria.

  1. La mentira de que el Colegio Académico no se puede reunir

Para comprender esta mentira debemos recordar algo básico: la universidad juega un doble papel, 1) es un organismo público descentralizado y autónomo; y 2) es el empleador de todos los trabajadores (de base, académicos y de confianza). De acuerdo al artículo 440 de la Ley Federal del Trabajo (LFT), lo que la huelga suspende son las relaciones de trabajo en razón de ser el empleador de los trabajadores, pero deja intacta la función de organismo público descentralizado y autónomo y, por lo tanto, su máximos órganos de gobierno colegiado y unitario quedan en funcionamiento: El Colegio Académico y el Rector General. La versión de que el Colegio Académico no se pueda reunir es una mentira que pesa más de 80 días de huelga. El Colegio Académico puede sesionar en cualquier momento y plantear soluciones a la huelga. Para el desarrollo detallado del argumento, SEGUIR.

  1. La manipulación de suspender el pago de becas y estímulos de los académicos de tiempo completo por la huelga

Recordemos algo: si la huelga suspende las relaciones de trabajo, también suspende sus efectos (artículo 443 de la LFT). Entre esos efectos se encuentran los salarios y el cierre provisional de los centros de trabajo en tanto dura la huelga. El punto importante para comprender esta manipulación es que las becas y estímulos no son parte del salario y, en consecuencia, no deberían ser retenidos por los administradores de la universidad; y, además, son becas y estímulos por actividades realizadas en año anterior (2018). Por esas dos razones, no se deberían de retener, ¿Por qué razones lo hacen? Para culpabilizar a las y los trabajadores y profesores huelguistas.

  1. La manipulación de que por la huelga se han puesto en riesgo investigaciones.

Si existen daños a proyecto de investigación e investigaciones en curso dentro de las instalaciones de la universidad, no es porque el sindicato impida su ingreso, sino por negligencia de los funcionarios de la universidad. La razón es que desde el inicio de la huelga (y en cualquier momento), los funcionarios de la Universidad pueden presentar ante las autoridades laborales las solicitudes de ingreso del personal que consideren y que sea necesario para mantener la supervisión de las investigaciones, las instalaciones y el equipo que consideren en riesgo (así lo dispone el artículo 935 de la LFT); por ello, es falso imputar a las y los trabajadores huelguistas por el deterioro de proyectos e investigaciones, pues es responsabilidad de la administración realizar las gestiones ante las autoridades laborales para evitarlo y permitir que ingrese el personal necesario.

  1. 4. La mentira de que no se pueden realizar transferencias para ofrecer otro incremento salarial

Los funcionarios de la Universidad han sostenido que no se pueden realizar transferencias para ofrecer un incremento salarial superior al que motivó el conflicto de huelga. De acuerdo a un estudio realizado por Rodolfo Pérez, en 2015 y 2016 se realizaron transferencias por un monto de $468.7 y $846.5 millones, respectivamente (AQUÍ se puede consultar el Cuadro 6 de esas transferencias). Esta burda manipulación se manifiesta cuando los administradores de la universidad ofrecen como castigo sólo el 50% de los salarios caídos. Si, como afirman los funcionarios de la Universidad, no pueden hacer transferencias, ¿qué pretender hacer con el resto del 50% de los salarios?, ¿los regresarán al Gobierno Federal? Es claro que no. La doble manipulación es evidente: posiblemente su objetivo es transferirlos y castigar a los trabajadores por ejercer su derecho a la huelga.

  1. La manipulación de suspender el pago de los trabajadores de base (incluidos los académicos), pero indiscriminadamente les pagan a todos los de confianza y funcionarios

Trabajadores de base, académicos y de confianza son empleados de la Universidad. Si la huelga suspende los efectos de las relaciones de trabajo (para lo que aquí importa: el pago de salarios) y si los antes descritos son empleados de la universidad que reciben un salario, lo consistente es que también se les suspenda el pago de sus salarios. Se argumentará que en las empresas se hace esa diferencia: a unos se les paga y a otros, no; pero a eso se contraargumenta que la Universidad no es una empresa; es un organismo público descentralizado y autónomo. En estricto sentido, los únicos que debería de recibir su salario son el representante legal de la universidad (el Rector General) y su equipo de trabajo cercano (el Secretario General, el abogado general y quizá los coordinadores generales). Pero las autoridades de la universidad manipulan la aplicación de la ley y la administración de los recursos a su antojo y les pagan indiscriminadamente a todos los empleados de confianza y funcionarios para tenerlos a su disposición, usarlos para presionar, llevarlos a las marchas y desequilibrar las relaciones de fuerza en la huelga.

  1. Autonomía a modo

La autonomía es una de las más importantes conquistas históricas de las universidades. De acuerdo a la fracción VII del artículo 3° Constitucional, ese atributo significa “la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas” y, para lo que aquí importa, se traduce en la libertad para administrar su patrimonio para el cumplimiento de sus fines sociales de docencia, investigación y preservación y difusión de la cultura. Ese patrimonio incluye bienes, ingresos por derechos, servicios, cuotas, partidas y subsidios por parte de Estado, entre otros. Justamente porque es autónoma para disponer libremente de su patrimonio, es una mentira afirmar que la universidad no puede hacer un ofrecimiento de incremento salarial diferente al 3.35% porque supuestamente le fijaron un “tope salarial” (sea la SHCP o la SEP). Por demás, esa mentira fue desenmascarada por una funcionaria de la propia SEP mediante el oficio folio 500/103/050/2019. Incluso, se puede afirmar que los salarios bajos, de trabajadores administrativos y profesores temporales, dificultan que la universidad cumpla con su función autonómica de realizar las actividades sustantivas en condiciones óptimas.

  1. La mentira de que no se puede exigir la presencia del rector general.

En cualquier momento se puede exigir la presencia del Rector General en las mesas de negociación. Las razones derivan de que el Secretario General de la Universidad acude a esas mesas en representación del Rector General y se entiende que éste puede en cualquier momento reasumir esas atribuciones. El Rector General es el representante legal de la universidad y su obligación es hacer todo lo que esté en sus manos para custodiar y salvaguardar el patrimonio de la universidad. Es irresponsable que frente al deterioro del patrimonio y de la vida universitaria siga sin presentarse en la mesa de negociación y mantenga a un grupo de funcionarios subordinados a él y con una estrategia de negociación intransigente y fundada en manipulaciones. Mentira, hay que decirlo, alentada por liderazgos y  corrientes conservadoras del sindicato. En esta huelga, el Rector General tiene una cuádruple responsabilidad: representante legal de la universidad, Presidente del Colegio Académico, máxima autoridad de los órganos unitarios y superior jerárquico del Secretario General. Todo ello lleva a señalar su responsabilidad por el pésimo manejo de esta huelga. Aquí más argumentos SEGUIR.

CODA

Que a más ochenta días de estallada la huelga los funcionarios de la universidad no se hayan movido de sus propuestas originales, no sólo demuestra que la intolerancia formó parte de su estrategia, sino que incluyó manipulaciones y mentiras. Observado en conjunto y en perspectiva temporal, asistimos a un brusco cambio en la gestión de la universidad: del ejercicio de la autoridad universitaria como mandato legal y legítimo, al autoritarismo como gestión administrativa impositiva e intolerante. La última expresión de esta intolerancia fue la declaración marcial al sindicato por parte del Rector General en el mitin del 25 de abril: enemigos, los declaró.

Difícilmente una comunidad puede sostenerse en la intolerancia, las manipulaciones, mentiras, el clasismo, las injusticias y desprecio a las y los trabajadores y profesores temporales. Con esas conductas, los funcionarios están erosionando el aura del auctoritas y la posibilidad de mediación en la comunidad. Ante ello, ardua tarea tendremos los profesores y trabajadores para mantener vivo y hacer posible el proyecto de una universidad crítica, comprometida con la justicia, , los problemas sociales, las humanidades, el conocimiento, las causas sociales y el reconocimiento de los otros. Esos otros que tienen rostros diáfanos y dolientes: estudiantes, profesores y profesoras;  y trabajadores y trabajadoras, en cuya labor cotidiana e invisible descansa la base material de la universidad —heredera del 68 y otras luchas históricas.

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