¿Cuál es nuestra realidad ambiental? El agua en Nuevo León

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El Agua en Nuevo León

Texto Por: Iz T.R.

Integrante del Frente de Organizaciones Ciudadanas por la defensa del agua en Nuevo León.

Fotografía: Colectivo Deni Prieto Stock, JCM.

Fotografías tomadas durante la pasada marcha por el día mundial del agua en la ciudad de Monterrey.

Para hablar del desabasto de agua de Nuevo León, es necesario mencionar algunos puntos clave como lo son el cambio climático, la justicia climática y la resiliencia, además de incluir en dicho análisis los aspectos políticos y económicos de la situación.

Comencemos por el cambio climático: éste es una realidad que se ha agudizado con el paso del tiempo y la indecisión de gobiernos de todos los niveles, desde lo internacional hasta lo local, debido a intereses geopolíticos y económicos que priorizan la acumulación de capital (y no el consumo humano como suele pensarse) bajo la extracción de materias primas y recursos vírgenes, sin considerar las consecuencias ambientales en el planeta generando cambios en los patrones del clima (por ejemplo, llueve menos frecuentemente, tenemos tormentas tropicales o huracanes más intensos, cambios en los patrones de estaciones del año, etc.).

Durante la marcha por el día mundial del agua, el pasado 22 de Marzo, las calles de Nuevo León se vieron invadidas de gente que exigía el derecho al agua, pues frente a la crisis hídrica que enfrenta el estado, la industria privada no ha dejado de lado el extractivismo.

En el caso de Nuevo León y sus aguas, observamos un fenómeno muy particular que conocido como las bombas de lluvia o microrráfagas, las cuales son lluvias caracterizadas por contener una gran cantidad de metros cúbicos de agua que se precipita con extrema rapidez de manera localizada por lo que genera que el agua no tenga el tiempo suficiente de absorberse y se “escapa” de nuestro suelo. Esto sumado a la escasez de vegetación nativa o pavimento abierto en nuestro entorno construido, la deforestación de espacios naturales y áreas naturales protegidas, la introducción de plantas invasoras en jardines y espacios públicos, entre otras situaciones, dificultan que esta agua se quede en el suelo alimentando nuestros mantos acuíferos de los cuales dependemos ampliamente debido a la naturaleza de nuestra región, afectando a todos y todas sus habitantes. Sin embargo, esta afectación no es igual para todos y todas.

Durante la pandemia de COVID-19 observamos cómo aunque todos y todas la vivimos, no todos y todas experimentamos sus consecuencias de la misma manera. Algo muy similar ocurre con los efectos del cambio climático, en esta situación, las personas que menos recursos económicos tienen o que viven en situaciones precarias sufren impactos más severos y su recuperación es mucho más lenta o bien, nula. Considerar este entre cruce de caminos entre lo ambiental y lo social es lo que se conoce como Justicia Climática, que no es sino la necesidad imperiosa de garantizar que el cambio climático no incremente las existentes desigualdades sociales entre la gente o agudice las existentes, de modo que seamos capaces de enfrentar esta realidad adaptándonos a ella y revirtiéndola en la medida posible. Esto es lo que se conoce como resiliencia.

Las denuncias de “No es sequía, es saqueo” son retomadas en Monterrey al igual que en distintos puntos de la republica mexicana.

¿Por qué luchamos? #NoEsSequíaEsSaqueo

Desde el 2 de febrero del 2022 (aunque cabe reconocerse que desde mucho tiempo atrás) el Estado de Nuevo León y en general la región del noreste de México ha sido objeto de un constante mensaje para la población general por parte de las autoridades y los medios tradicionales: no hay agua, y ustedes tienen que ahorrarla. Se dice que “ahorra nos toca a todos”, aún cuando ese “todos” no incluye a las grandes industrias, embotelladoras y cerveceras de Nuevo León que poseen pozos y concesiones otorgadas por el Estado con poca o nula regulación y sin consideración de las condiciones extremas y el estado de emergencia declarado por las mismas autoridades de Nuevo León.

Colectivas de carácter feminista, así como otras diversas organizaciones han buscado sumarse a los llamados a la acción emprendidos desde el frente ciudadano por la defensa del agua, se entiende la gran problemática que existe ante la precarización del agua.

Ante esto nos preguntamos, ¿A quién se le acabó el agua en Nuevo León? ¿Quién tiene
derecho a ella y quién no?

Durante las últimas semanas hemos presenciado una confusión tremenda en el discurso oficial con propuestas como incremento a las tarifas en el recibo de agua de uso doméstico, arrestos ciudadanos, y una mayor vigilancia a la conducta de los consumidores domésticos, la única congruencia en estos mensajes es que en todos notamos su visión de corto plazo, recaudatoria y vale decir, que sirve a los intereses de los grupos de poder del Estado además de un poco interés en las necesidades de la población.

Como respuesta a esta situación, diversas organizaciones ciudadanas del Estado nos reunimos para exigir el no aumento a las tarifas de consumo residencial de Agua y Drenaje Nuevo León, la transparencia en las concesiones y pozos otorgados a empresas privadas y la garantía de acceso al agua potable para toda la población como garantiza nuestra Constitución Mexicana, formando el Frente de Organizaciones Ciudadanas por la Defensa del Agua de Nuevo León, organización que ha formado diversas actividades para discusión y análisis de esta problemática pensada desde la misma ciudadanía que la vive día con día en sus hogares. Por esta razón, el martes 22 de Marzo de 2022, Día Internacional del Agua, salimos a las calles a manifestar nuestra respuesta ante las medidas propuestas por el Estado ante la crisis que vivimos en nuestra región.

Con un mitin frente a un palacio de gobierno custodiado celosamente por policías estatales, se buscó denunciar por parte del frente en defensa del agua que existe una seria problemática en el estado entero. Una crisis hídrica que se denuncia como saqueo del subsuelo.

Sabemos que la crisis climática nos corresponde a todas y todos, y reconocemos el esfuerzo que tenemos que hacer como sociedad para cambiar el paradigma social, político, económico y ecológico de consumo que nos corresponde para enfrentar dicha situación y garantizar la justicia climática, y aunque no pretendemos dar una única solución, sí creemos que hacer “más cara” el agua no logrará sino dificultar el acceso a este vital líquido a quienes menos tienen, y a su vez, que quienes más tienen continúen con un consumo desproporcionado (incluyendo las empresas), creemos que una posible solución es incrementar el número de espacios naturales protegidos, fomentar la siembra y cuidado de plantas nativas así como la remoción de especies invasoras y un general rediseño de la mancha urbana que considere las necesidades de toda la población y riesgos como las inundaciones, deslaves e incendios forestales.

Crear resiliencia no es una tarea sencilla ni algo que se resuelva con impuestos y “tarifas dinámicas” sino como diría el autor de Violencia Lenta y Ambientalismo del Pobre (Slow Violence and the Environmentalism of the Poor) Rob Nixon, requerimos soluciones transversales en el tiempo, consistentes y contundentes que garanticen que seamos capaces de no sólo sobrevivir sino además prosperar en nuestro planeta y regenerar nuestro entorno, aún si no son tan rápidas como las redes sociales.

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