Existen diversas teorías de la llegada del agua embotellada a los hogares mexicano, algunas son la causa del sismo de 1985 o la epidemia de cólera de 1991, no obstante, la demanda de este recurso a traído consigo una creciente ola de despojos y violencia producida por consorcios embotelladores del líquido tales como Coca-Cola, Nestlé, Pepsico o recientemente con la cervecera Constellation Brands en Mexicali.

 De acuerdo con una encuesta realizada por el INEGI, el consumo de agua embotellada ha incrementado 5 puntos porcentuales en los últimos años, al pasar de 70.8% en 2015 a 76.3% en 2017. Además, los datos arrojan que dicho fenómeno no solo se ha dado en las ciudades, sino que ha ido ganando presencia en el ámbito rural, donde en 2017 alcanzó a casi la mitad de los hogares.

 No obstante, el 69.4% de la muestra, no consume agua que provee el Estado por aspectos de desconfianza y salud, mientras que un 19.6% no lo hace debido al sabor o color del agua de la red pública, mientras que el resto, equivalente a 2 millones 114 mil hogares, informaron no tener acceso al servicio de agua de red pública, obteniéndola del acarreo para cubrir necesidades de este líquido.

 Durante 2017, los hogares informaron que destinaron un promedio de 52 pesos (2.75usd) de su gasto semanal a la compra de agua embotellada; mientras que el gasto en agua de la red pública fue de poco menos de 41pesos (2.17usd) en promedio a la semana.

 

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