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La infinita máquina de hacer botellas

México es uno de los principales consumidores mundiales de bebidas azucaradas y mucho se ha dicho de los problemas de salud que eso provoca pero, ¿cuánta basura implica? ¿Cuántas botellas de plástico y qué ocurre con ellas? Desde su sede principal en América Latina, Coca-Cola lanza dos campañas de reciclaje. De supuesto reciclaje, porque quienes recogen botellas son los consumidores y del dinero que eso genera poco se conoce. Negocios, falsas soluciones y oportunidades, de eso va este texto. Y lamentamos informar: es imposible que una botella usada se transforme en una nueva.

Por Dalia Souza y Darwin Franco / Bocado | ZonaDocs

En México una persona toma, en promedio, 225 litros de Coca-Cola al año. Si la botella más vendida es la de 600 mililitros, significa que compramos 375 botellas, generamos 12.5 kilos de plástico por persona cada 12 meses . 

Un kilo de PET, el material con el cual están hechas la mayoría de las botellas de bebidas azucaradas, se compra en 7 pesos mexicanos (30 centavos de dólar). Si hacemos cuentas, la recolección de este plástico, es una industria millonaria que -de acuerdo al Informe La nueva economía de los plásticos podría ayudar a las empresas generadoras a recuperar entre 80 mil y 120 mil millones de dólares al reciclar en lugar de desechar sus envases.

Tal vez por eso, en México -desde 2018- la empresa FEMSA, mayor embotelladora de América Latina, lanzó su campaña “Un Mundo Sin Residuos”. Dice querer reciclar para el 2030 el 100% de las botellas que vendan, que no es lo mismo que el 100% de las botellas que produzcan, aunque sus promocionales sean poco claros.

Esa empresa en México posee la capacidad para reciclar 4 mil 100 millones de botellas al año, según datos de sus dos plantas de reciclaje de PET (una de ellas, PetStar, la más grande de la región). Sin embargo, esa cantidad de botellas es ínfima porque la refresquera produce 110 mil millones de botellas de PET anualmente, de las cuales sólo recicla el 3.72%, ha denunciado GreenPeace México. Es decir, de las 375 botellas que toma cada habitante sólo se reciclan 14 y 361 van a dar a la basura, a los ríos, los mares (y luego de regreso a nuestra comida y organismo en forma de microplásticos).

Para recuperar aquellas botellas con las que no está haciendo dinero, Coca-Cola FEMSA está invitando a sus consumidores a que sean ellos quienes le ayuden a recuperar todo el PET que generan.

En México, las y los consumidores no tienen muchas opciones, pues el modelo de producción lineal -tomar, producir, usar, desechar- ha puesto en botellas de este tipo la mayor parte de los productos. Pero, a la par, lo que también han instaurado las empresas  es la idea de que las y los consumidores somos las únicas personas responsables de su destino final, lo cual es falso, pues el principio de responsabilidad extendida -concepto clave de la llamada economía circular que impulsa un cambio en la lógica de producción- señala que las empresas generadoras deberían ser las principales responsables de estos desechos.

Esto, desde luego, no se señala así en los videos promocionales o en la infinidad de infografías que aparecen en www.unmundosinresiduos.com, y donde advierten que “aunque nosotros no les creamos”, ellos -como empresa- sí están siendo responsables porque han logrado que el 98% del producto que emplean sea reciclable y que el 47% sus productos sean retornables. Sin embargo, para cumplir el sueño de “un mundo sin residuos”, requieren que nosotros seamos quienes recuperemos todo su PET.

No es esta la primera campaña de Coca-Cola sobre estos temas. Antes, por ejemplo, lanzaron Somos orgullosamente #PNDJOS Verano Sprite 2019 donde decenas de jóvenes liderados por influencers lograron recolectar de las playas de Seybaplaya (en Campeche); Playa Rosarito (Baja California), Playa Celestún (Yucatán) o Playa Papagayo (Guerrero): 24 toneladas de residuos (aunque de estos sólo 420 kilogramos fueron de PET).

Casualmente la campaña se lanzó para promocionar una edición especial de Sprite, refresco que en ese verano se envasó en una una botella azul hecha en un 100% con botellas de plástico recuperadas. Es decir, se hizo una campaña supuestamente ecológica para lanzar una nueva botella de refresco. Socialwashing que le llaman.

En los videos promocionales de sus labores de limpieza, Coca-Cola olvidó mencionar que en México hay entre 0.01 a 0.25 millones de toneladas métricas de plástico por km2 en los océanos, razón por la que limpiar sólo playas no es suficiente. Y que el problema  no está sólo en las botellas que ya existen, sino en las que ellos producen por millones cada día:

“La clave para entender el problema -dice Miguel Rivas de Oceana- no sólo está en preguntarse qué pasa con el 50% de las botellas de PET que no se reciclan, pues sí sabemos que acaban en mares, ríos, campos, sino en preguntarnos por qué en México se produce tanto PET. Si las acciones no apuntan a replantear los modelos de producción, no importa cuánto sea lo que se recicle, la producción siempre seguirá creciendo”.

¿Qué impacto tiene recolectar 420 kilogramos de PET en playas mexicanas? Si la misma Coca-Cola produce 200 mil botellas, es decir, 8 mil kilos de PET, por minuto en el mundo, conforme datos de la Fundación Ellen MacArthur. Para el medio ambiente sirve de poco, pero para su marketing verde ayuda a posicionar la idea de que les interesa el planeta.

Importa mirar cada campaña de Coca-Cola porque, productos sin duda estudiadísimos, siempre establecen marcos para pensar temas, en este caso, el reciclaje. Mirar críticamente sus campañas aquí importa porque México es el mayor consumidor de refrescos y bebidas azucaradas del planeta, esto representa para la empresa transnacional el 11% del total de sus ganancias mundiales. Esos réditos  de un país donde tomamos 225 litros de refresco al año, más que los 200 litros por persona que es el consumo en los Estados Unidos.

¿Y en qué viene todo este refresco que consumimos? En botellas de un solo uso, sobre las que nadie quiere asumir responsabilidad. Para tener “un mundo sin residuos”, la primera acción sería no producirlos.

Sin ley

¿Cuánto espacio ocupan 375 botellas de PET? Es difícil imaginar el espacio de los 225 litros de refresco que por año tomamos los mexicanos, pero si nos diéramos a la tarea de guardar cada botella podríamos llenar hasta dos cajuelas de autos tipo sedan o hasta tres contenedores de basura comunes (102 x 54 x 75 cms).

Ahora pensemos en el espacio que ocuparían las 110 mil millones de botellas de PET que produce Coca-Cola en México. ¿Estadios? ¿Campos de fútbol? Las medidas son difíciles de imaginar.

Lamentablemente este no es el único desecho plástico que se genera en el país. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) estima que se producen 8 millones de toneladas de plástico al año, de los cuáles el 50% son materiales de un solo uso.  Esto sitúa al país en el cuarto lugar mundial en cuanto a la producción de botellas de PET, tan sólo por debajo de China, Estados Unidos y toda la Unión Europea.

Y aunque son empresas quienes producen los desechos, las leyes mexicanas dividen las responsabilidades de una forma algo extraña. Señalan que las fuentes generadoras de residuos (industria y sociedad) son, por igual, los primeros responsables en los procesos de reciclaje, aunque el volumen de generación de residuos de empresas como Coca-Cola sea infinitamente mayor a la que genera cada persona.

Después, en cuanto a separación de residuos todo recae en los gobiernos municipales, quitando toda responsabilidad a las empresas. Al no tener los municipios la capacidad para administrar la enorme cantidad de basura subcontratan a empresas particulares que -como ha señalado la Semarnat- muchas veces no cumplen lo prometido así la mayoría de los materiales que podrían reciclarse terminan siendo enterrados en rellenos sanitarios.

La Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos clasifica los tipos de residuos en: sólidos urbanos, de manejo especial y peligrosos. 

Los primeros son todos aquellos que generamos en casa habitación o que se producen por las diferentes actividades sociales aunque pueden considerarse de manejo especial si alcanzan las  10 toneladas por año. Como ejemplos, PET, aluminio y vidrio que son residuos que podemos generar mediante el consumo de agua, refresco o cervezas, y requieren un tratamiento específico por el volúmen que implican.

Si una persona o empresa produce esas 10 toneladas se le denomina “Gran Generador” y tiene una serie de responsabilidades como realizar un plan integral de manejo de residuos donde se priorice la maximización de su aprovechamiento. Lo cual -explica Tania Ramírez, Jefa de Departamento de Estudios de Residuos en el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático- va más allá de sólo reciclar:

“Implica planear -desde la creación y producción del envase o botella- cuál será su ciclo de vida, cómo se le dará valor luego de su uso y cómo es que reducirán el impacto que causan en el medio ambiente”. 

Los grandes generadores de México son la industria refresquera, las embotelladoras de agua, la industria de bebidas azucaradas y alcohólicas que, en conjunto, son las principales productoras de envases de PET, aluminio y vidrio. Pero dar seguimiento al cumplimiento de cada empresa en el país resulta casi imposible, admite la experta, pues el gobierno no tiene capacidad de vigilancia para comprobar si los compromisos socioambientales realmente se cumplen. Así que las leyes o reglamentos que se crean para combatir la llamada contaminación plástica terminan siendo, lamentablemente, letra muerta. Algo que podría pasar también con la Ley de Economía Circular ,aprobada el 17 de noviembre de 2021.

Una forma de frenar estas avalanchas de basura, proponen  organizaciones civiles, está en regular no sólo el manejo de los residuos sino también cambiar el modelo económico de producción para establecer límites, por ejemplo, al número de botellas de PET que se pueden producir y al porcentaje de botellas que cada empresa debe obligatoriamente reciclar cada año.

Y en la realidad, lo que han observado desde espacios de análisis es que hasta ahora los procesos industriales no están abocados a generar cero residuos. Todo lo contrario.

Esto que ocurre en México está muy alejado de los principios de la llamada “Economía Circular” que impulsa en el mundo la Fundación Elle MacArthur y que se trata, básicamente, de “compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido”.  Hacerlo ayudaría a cumplir los criterios de responsabilidad extendida, pues la responsabilidad de Coca-Cola no acaba cuando nos vende su producto: sería su obligación lograr  la recolección, reutilización y reuso de todos los envases o botellas que produzcan, no sólo de aquellas que vendan.

¿Qué pasó en México cuando se quisieron establecer estos criterios en las leyes? Se desecharon porque “los grandes generadores”,  tras cabildear con las y los legisladores lograron dejarlos fuera de la Ley de Economía Circular.  Ganó en México una visión sesgada de la economía circular que, según Miguel Rivas de la ONG Oceana, se enfoca sólo en reciclaje y busca “disociar la actividad económica del consumo de recursos finitos y eliminar los residuos del sistema de diseño”. 

Algo que Coca-Cola explica de manera tramposa, dice Miguel Rivas, quien también es doctor en Ciencias y Ecología:

“Las empresas suelen utilizar el concepto de Economía Circular como un sinónimo de reciclaje y, con ello, intentan confundir a las personas haciéndoles creer que el centro de todo es el reciclar residuos cuando lo importante sería que ellos replantearan su forma de producir, pues fueron ellos y no el consumidor quien decidió meter el producto en envases de PET”.

Para confirmarlo basta con asomarse al “curso” que ofrece la refresquera en su campaña “Un Mundo Sin Residuos”: sin una sola crítica a su modelo de producción infinita de botella. Bea Pérez, Directora Global de Comunicación, Sustentabilidad y Alianzas Estratégicas para The Coca-Cola Company, dice que no sienten orgullo que “algunas de sus botellas terminen en lugares incorrectos” y por ello suscriben convenios para limpiar océanos y ríos o hacen campañas para recuperar botellas. Pérez dice que eso “es hacer economía circular”. Nunca habla de dejar de producir residuos. 

Parches y marketing verde

Algunas empresas como la cervecera Grupo Modelo, la fábrica de productos de limpieza Allen y las transnacionales Nestlé y Nescafé también han lanzado campañas de “concientización ecológica”. Pero sigamos mirando a Coca-Cola para entender su postura completa. 

Además de la limpieza de playas (por otros) tiene otra campaña: “Mi tienda sin residuos”, con el supuesto  objetivo de recolectar y reciclar todas sus botellas para el año 2030.

El programa consiste en que cada dueño o dueña de un pequeño establecimiento comercial -tiendita, miscelánea, almacén- permita la instalación de un contenedor para la recolección de PET donde las personas depositarán botellas vacías, limpias, aplastadas y cerradas. Luego, un “socio recolector” se encargará de reunirlas y llevarlas a las plantas de reciclaje de Coca Cola: IMER y PetStar, en donde se lavarán, desinfectarán y fundirán para transformarlas en “nuevas botellas”.

La empresa refresquera asegura que, desde iniciada esta campaña, ha recolectado 6 de cada 10 botellas que venden. Sin embargo, de acuerdo con el documento Panorama General de las Tecnologías de Reciclaje de Plásticos en México y en el Mundo elaborado, en 2020, por el Gobierno de México – a través de la Semarnat y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático- esto no es necesariamente cierto porque no existe un registro fidedigno para saber cuánto plástico se recupera en el país ni de qué tipo es. Además, en sus páginas web, IMER y PetStar, filiales de Coca-Cola presumen reciclar 4 mil 400 millones de botellas al año, lo que representa el 3.72% de todas las botellas que produce la marca; y está muy lejos del 60% que señalan en su campaña. 

En “Un Mundo Sin Residuos” se asegura que de cada botella recolectada por la ciudadanía se hará otra nueva botella, lo cual tampoco es cierto, pues para generar nuevas botellas de PET además de escamas plásticas de diversas botellas recicladas se tienen que usar, resinas plásticas vírgenes. Imposible que una botella usada se transforme en una nueva.

Por ello, organizaciones críticas de estas campañas insisten en que reciclando sin cambiar los modelos de producción no representa solución. Dice Miguel Rivas de la ONG OCEANA: “¿De qué sirve estar promoviendo la recolección o reciclaje de PET? Si ellos van a estar generando millones más. Eso sólo sirve para sus campañas de marketing y sus indicadores de que hacen algo en pro del medio ambiente”.

Campañas que hoy implican, por ejemplo, un gran anuncio comercial disfrazado de contenedor. Porque claro, “Mi Tienda Sin Residuos” implica instalar en cada tienda una gran botella de Coca donde las personas pueden depositar algunas de las 375 botellas que consumen cada año.

Coca-Cola dice que en todo México, 316 tiendas o establecimientos comerciales de nueve estados del país participan de la campaña desde noviembre de 2020. Son apenas el 0.03% de este tipo de negocios, pues de acuerdo al último Censo Económico realizado en 2019 en el país hay 998 mil 120 comercios al por menor de abarrotes, alimentos, bebidas, hielo y tabaco.

Según los registros de la refresquera, en el estado de Jalisco participan 18 locales comerciales ubicados en seis municipios de la Zona Metropolitana de Guadalajara (el 0.01% de todas las tiendas con registro). Sin embargo, al visitar a siete de ellos encontramos que no existen los contenedores de reciclaje y quienes atienden los negocios no estaban ni enterados de que su tienda había sido “seleccionada” para ser parte de la campaña.

María del Rocío es una mujer de aproximadamente 55 años, dueña de una tienda en la calle Chihuahua en la colonia El Mante, Zapopan. Cálida y amable,  bromea con quien entra a su tienda tapizada con promocionales de Coca-Cola: una lona, un dispensador y diversos cárteles publicitarios.

Ella supo de la campaña porque un promotor le contó que iban a realizar una “cosa de reciclaje”, pero hasta ahí quedó todo. Se sorprende cuando le mostramos su nombre y la ubicación de su tienda en el mapa que la refresquera ofrece para depósito de botellas vacías. “Esa sí es la dirección de mi tienda, pero esa que sale ahí no soy yo”, contesta molesta al ver en nuestro celular su registro en la página de la campaña.

A María del Rocío no le parece mala idea que le lleven un contenedor para reciclar las botellas pero le desilusiona que, tras muchos años de vender esa marca, escriban mal su nombre y ni siquiera le  lleven el mentado contenedor. 

Lo mismo pasa  en Abarrotes Don Sergio, en la calle Loma de Ginebra en Tlajomulco de Zúñiga. Otro negocio lleno de publicidades de  Coca-Cola donde  el encargado no sabía que el negocio había sido marcado como punto de reciclaje. “Eso del reciclaje es una buena idea pero yo me vengo enterando de esto ahora que me lo están contando”, dice un  hombre de 30 años que atiende en el horario matutino.

Al mostrarle el mapa de ubicación y los datos de la tienda, reacciona: “Ese nombre que sale no es del dueño, sabe quién sea esa persona, pero deja le tomo una foto para que él se las enseñe y nos digan qué onda”. 

Seguimos recorriendo el mapa de reciclaje que publica Coca-Cola. Vamos a otras cinco tiendas en los municipios de Tlaquepaque y Guadalajara donde todo es igual: mucho color y logo de Coca-Cola por fuera y dentro, pero nadie sabe nada de la campaña.

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