Por El Centro de Derecho Humanos de la Montaña “Tlachinollan”

Lo que este viernes 2 de octubre expresó el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, sobre el conflicto interno que enfrentan los grupos de Morena para agenciarse la dirigencia nacional, es muy oportuno para analizar la coyuntura político electoral que vivimos en el estado.

La situación es deplorable para la mayoría de guerrerenses, no solo por la pandemia, sino por la tendencia creciente del desempleo, del empobrecimiento que se expande en los centros turísticos y en la capital del estado. En las comunidades rurales las familias luchan por la sobrevivencia. Con la depredación ambiental y la destrucción acelerada del hábitat, aparejada con la violencia implantada por los grupos de la delincuencia, se ha tornado inviable una vida segura y digna en el campo.

El sostén de la economía sigue siendo las remesas de los migrantes, quienes también enfrentan el problema del desempleo y los riesgos del contagio por el coronavirus en Estados Unidos. Los subsidios gubernamentales, que con este nuevo gobierno se han diversificado en varios programas, para brindar apoyo directo a adultos mayores; personas con alguna discapacidad; becas para niños y niñas, para jóvenes, apoyos para madres trabajadoras, para pequeños productores y créditos a pequeños comerciantes, son insuficientes. A pesar de que están diseñados para atender a la población más desamparada y vulnerable del país, estos subsidios siguen dejando fuera a muchas familias pobres, como los jornaleros y jornaleras agrícolas. En si mismos estos apoyos quedan truncos o no logran los resultados esperados, porque las instituciones gubernamentales no responden a las necesidades más urgentes que enfrentan los ciudadanos y ciudadanas. El aparato burocrático trabaja de manera descoordinada y de espaldas a la gente que deambula en las oficinas sin ser atendida.   

Estos subsidios no están orientados a mejorar la calidad de vida relacionada con los servicios de salud, una mejor alimentación y una vivienda digna. Resuelven en lo inmediato lo urgente y en esas condiciones la gente no puede forjar su porvenir. Tomando en cuenta el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2021 en los gastos de salud se propone un aumento generalizado de 1.8 por ciento, equivalente a 12 mil millones de pesos, respecto de lo aprobado en el 2020, sin embargo, ante la emergencia sanitaria, este aumento resultará insuficiente para que el gobierno federal mejoré el sistema de salud sobre todo al nuevo Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), cuyo presupuesto para el 2021 será 27 por ciento más bajo que el del Seguro Popular. Esta disminución es alarmante porque las autoridades federales han señalado como una de sus prioridades el acceso universal a la salud, sobre todo de la población abierta, que es la que se encuentra en una situación de extrema vulnerabilidad.

Ante esta situación es urgente que las autoridades de los tres niveles de gobierno, del poder legislativo y de los mismos partidos políticos se aboquen analizar y debatir el paquete económico, para asegurar un aumento del presupuesto en los temas más sensibles que enfrenta la población, como en este caso es el servicio de la salud. Por otra parte, los programas sociales prioritarios recibirán más presupuesto como el de La Escuela es Nuestra; Distribución de Fertilizantes; Banco del Bienestar; Becas para Jóvenes Escribiendo el Futuro; Producción para el Bienestar y Programa de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, hijos de madres trabajadoras. Sin embargo, recibirán menos recursos las Tandas para el Bienestar; Jóvenes Construyendo el Futuro; el INSABI; Universidades para el Bienestar; Sembrando Vida, Construcción y Mantenimiento de Carreteras y Caminos Rurales. En contraste casi todos los proyectos prioritarios incrementaran significativamente su presupuesto como el Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Interurbano México – Toluca. Es un presupuesto que le apuesta al impulso de los programas sociales prioritarios, y al mismo tiempo, a los grandes mega proyectos. Es preocupante que no se asignen recursos enfocados a los amplios sectores sociales que han perdido ingresos a consecuencia del confinamiento y que impactará fuertemente en los niveles de pobreza y desigualdad.

Este somero análisis que hemos retomado de la reciente investigación titulada “Paquete Económico 2021”, por parte de las compañeras y compañeros de Fundar, nos muestra que no hay un incremento considerable en el financiamiento de bienes y servicios públicos para garantizar los derechos básicos y que el incremento en los programas sociales prioritarios que es de 0.8 por ciento será insuficiente ante la caída de ingresos en 7 de cada 10 hogares, con niñas, niños y adolescentes en el país, así como la dramática expansión de la pobreza, que implica el aumento de la población a nivel de pobreza extrema de 22 a 38 millones de personas en México, tan solo en los meses de febrero a mayo de este año.

Estamos muy lejos de que los actores políticos, hombres y mujeres, que empiezan a difundir su imagen en las redes sociales y en anuncios espectaculares, para proyectarse como candidatos y candidatas a cargos de elección popular, tengan información de primera mano sobre la asignación del presupuesto que se ha planteado en el paquete económico 2021. No solo ignoran estas discusiones nodales para enfrentar los problemas más graves que se avecinan en el próximo año, lo que es peor, no están comprometidos ni interesados con la población más desamparada del estado. El ejemplo más patético es la deplorable situación de salud que padece la gente tanto en la ciudad como en el campo, ante la precaria infraestructura hospitalaria, la carencia de medicamentos, la falta de personal médico y de enfermería y el abandono de la población enferma, que prefiere mantenerse en su domicilio, que arriesgar su vida en una institución pública de salud.

Los políticos que hoy dilapidan dinero para construir su imagen y armar su campaña, no solo se desentendieron de los ciudadanos y ciudadanas que han sido víctimas del contagio del coronavirus y que varios de ellas y ellos perdieron la vida, sino que fueron negligentes en su actuar porque no hicieron lo propio para gestionar más fondos que se materializaran en medicinas, instalaciones hospitalarias, contratación de más médicos y enfermeras, dotación de unidades para el traslado de enfermos, compra de equipo entre otros, para salvar vidas. Es grave esta forma de proceder de la clase política de nuestro estado y en el país. No se sienten interpelados por una realidad que lacera, que afecta en lo más profundo a las mayorías empobrecidas, que por no tener medicamentos o dinero para atender a sus enfermos, perdieron la vida.

El confinamiento de los políticos lo interpretaron como relajamiento, como un tiempo de descanso. Se desentendieron de la población desempleada, que, ante la precariedad económica, no pudo darse el lujo de aislarse, porque significaba no comer. La vida de confort que les brinda el cargo público los insensibiliza y aleja de la realidad, y se olvidan de atender los problemas concretos. Ponen por delante, como dijera el presidente Andrés Manuel los intereses personales, en lugar de las causas que dicen defender. Por eso hay mucha razón en su reclamo a quienes se han obsesionado con el poder público: “Un partido político, cualquiera, si no tiene principios, si no tiene ideales, si no piensa en el pueblo, en luchar por causas justas no es más que una franquicia. Un mecanismo para que ambiciosos vulgares se encaramen en cargos públicos sólo para su provecho, ya sea en lo político porque desean ostentar poder o provecho económico”.

Ante esta desfachatez de muchos políticos que han vivido del erario público les espetó con mucha claridad: “No se debe de luchar por cargos, se lucha por ideales, por principios. A veces hay campañas para elegir a dirigentes y no se alcanza a entender qué proponen para la transformación de México, qué proponen para que haya justicia, que haya igualdad, para acabar con la corrupción, para acabar con la impunidad, que eso debe de ser lo principal. Lo importante es pensar en los demás, si no hay amor al prójimo no se es buen dirigente. El individualista, el egoísta, el que le da la espalda al que sufre no es buen dirigente ni es buen político, es un convenenciero, un arribista, un oportunista, un falsario y ya basta de eso, estamos en una etapa nueva”.

Afortunadamente, comentó: “Es la gente la que está empujando la transformación (…) Es el pueblo el que manda (…) y no nos podemos desprender de eso”. Se dirigió a las nuevas generaciones: “Yo sí llamo a los jóvenes a que no dejen de hacer política, que es un noble oficio, pero que hagan política con principios, con mística, con entrega al pueblo, con amor al pueblo, sincero, que se conmuevan ante el dolor, ante el sufrimiento, ante la humillación al pueblo, ese es el político nuevo”.

La gran calamidad de este pueblo combativo, que ha sido protagonista de muchas batallas y que ha pagado con su vida las transformaciones sociales que se han logrado, es que seguimos arrastrando la entelequia de políticos ágrafos e iletrados que reproducen el prototipo del líder impostor, megalómano, procaz y represor. Guerrero es mucho pueblo, con mucha historia y una gran cultura para quedarnos como simple espectadores en esta coyuntura política, que requiere de la fuerza de los ciudadanos y ciudadanas para empujar los verdaderos cambios, de lo contrario los grupos políticos seguirán repartiéndose el pastel de los fondos que pertenecen al pueblo.

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