“No puedes negar que los estudiantes tienen experiencias y no puedes negar que esas experiencias son relevantes para el proceso de aprendizaje”
– Bell Hooks.
Por José Carrasco Lara
“Es fascinante ver como el borrado del cuerpo se vincula al borrado de las diferencias de clase y, sobre todo, al borrado de la función de los contextos universitarios como lugares de reproducción de los valores de una clase privilegiada, del elitismo.” Éstas son las palabras de Gloria Jean Watkins (2021) quién en su libro “Enseñar a transgredir, la educación como práctica de libertad”, se dedica a cuestionar un modelo educativo que invisibiliza, coarta y niega al alumnado como un ser autónomo, al cual sólo lo ve como un recipiente de conocimientos.
Gloria Jean Watkins fue una profesora, académica y escritora afroamericana, que bajo el seudónimo de Bell Hooks, publicó distintos libros enfocados al feminismo y a las personas racializadas. La escritora nació el 25 de septiembre de 1952, en Hopkinsville (Kentucky). Fue en ese mismo estado donde falleció el 15 de diciembre de 2021.
Bell hooks vivió en una época y en un país que apenas comenzaba a instalar un modelo académico integral. Esta situación la marcó, pues ella pasó de estar en una escuela exclusiva para personas afroamericanas a una escuela mixta. En su adultez y siendo profesora, es que comienza a criticar el modelo educativo al que tuvo que someterse.
No soy una persona afrodescendiente, sin embargo, he logrado identificarme con su libro y sus palabras, porque desde la introducción nos habla de cómo en su primera escuela las maestras eran empáticas y conocían las vidas de sus estudiantes; implementaban una educación basada en que sus alumnos reconocieran quiénes eran.
Sin embargo, cuando comenzó la integración racial “el conocimiento, de repente, sólo consistía en información. No tenía ninguna relación con como vivíamos o con cómo nos comportábamos” (bell hooks, 2021). Esta frase me hizo recordar cuando cursaba la primaria y no me sentía al nivel de mis compañeros, no lograba memorizar lo mismo al mismo tiempo y eso me hizo creer que no era lo suficientemente capaz. La realidad era que mis profesores nunca se tomaron la molestia en descubrir el motivo de mi rezago académico, ellos no me brindaron las herramientas que Bell Hooks plantea en su libro.
La escritora establece a lo largo de los capítulos distintos cuestionamientos y estrategias pedagógicas. Inicialmente comienza a hacer una crítica a una educación basada en la blanquitud y en la jerarquía. Nos habla de cómo el profesorado cita a autores hombres y blancos y cómo la información que brindan de estos tiene que ser absorbida por los recipientes (estudiantes), negando la multiculturalidad de las aulas y propiciando así, que sólo unos cuantos puedan sentirse identificados con los escritos de estos hombres blancos.
La autora describe un escenario, donde las personas docentes se sienten amenazadas, al ser cuestionado por no tocar el tema de la nula perspectiva racial en su método de enseñanza. A partir del capítulo cinco y hasta el capítulo nueve, propone una perspectiva feminista en los modelos educativos. Sin embargo, también critica al movimiento feminista que tiene más visibilidad, el cual es el de aquellas mujeres blancas y de posiciones económicas altas. Pues aplicar este feminismo, implica para la autora negar el pasado jerárquico entre las mujeres trabajadoras domesticas negras y las empleadoras blancas.
Por ello propone hacer un análisis individual y colectivo en las aulas, donde las personas blancas, incluso las mujeres concienticen que aún pertenecido a un grupo vulnerado se puede estar en una posición favorable a otra persona. A partir de esto, es que desde el capítulo diez empieza a ofrecer estrategias pedagógicas que provoquen que el alumnado se reconozca como seres corpóreos y que estos mismos descubran qué elementos les conforman.
Por esta razón, es que destina capítulos completos a hablarnos sobre el lenguaje, las posiciones económicas-sociales, el erotismo y el éxtasis del aprendizaje. Nos habla de un lenguaje usado por las personas afroamericanas, lenguaje que se considera erróneo en las aulas y por lo tanto no se enseña, volviendo así a invisibilizarles. Después refiere como la posición económica es un determinante al momento considera actitudes y comportamientos como alborotadores. Posteriormente, aborda el erotismo no sexual que se genera en las aulas, pues este es fundamental al momento de crear vínculos entre el alumnado y el profesorado.
Finalmente, concluye su libro hablándonos de una enseñanza y un aprendizaje sin límites, motivándonos a romper los paradigmas establecidos y a aplicar nuevas herramientas de enseñanza, que aunque implican un mayor esfuerzo, son necesarias si se quiere cambiar la educación actual.
El libro es una crítica a un sistema escolar que nos despersonaliza y nos trata como máquinas sin emociones, sin cuerpos y sin vivencias. La autora nos invita a reapropiarnos de nosotros mismo y de lo que nos compone, pues una educación sin humanismo sólo nos violenta, nos niega, nos invisibiliza y nos trata como estúpidos y alborotadores a quienes no logramos encajar en el modelo educativo tradicional diseñado por y para personas blancas. Considero que la idea de criticar el modelo escolar actual es de vital ayuda para quienes se nos obligó a trepar árboles siendo peces.
Referencia
Hook, bell, “Enseñar a transgredir, la educación como práctica de libertad”, Capitan swing libros, España, 2021, Consultado el 3 de diciembre del 2022.
